Santiago 4:13-17 – Viviendo excelentemente


“A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado.”

Por alguna razón desconocida en España al menos, el malo es el popular, recuerdo cuando estudiaba en bachillerato una compañera de clase que formaba parte del grupo de los populares, aquellos que faltaban a clase, que cuando venían no dejaban a los profesores explicar, los que se pasaban el día con su porro en la mano. Esta chica era parte de ese grupo, le gustaba serlo, pero había en un punto que era muy diferente a ellos, sin prácticamente esfuerzo era capaz de sacar buenas notas. Recuerdo una ocasión que en un examen sacó un sobresaliente, lo normal para cualquier persona, para mí mismo, habría sido alegrarse, pero ella vergonzosa rápidamente escondió su nota, y una lágrima calló por su mejilla. Este sobresaliente le alejaba un poco de ese grupo al que ella pertenecía.

Parece que hacer las cosas mal está bien valorado en nuestras vidas, que aquello que es malo es mucho más apetecible que hacer lo bueno, pero debemos tener mucho cuidado, esto no es así con Dios. Dios no se conforma con que no hagamos lo malo, sino que “a aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado.” Y esto afecta a absolutamente nuestra vida entera.

Exaltamos a aquellos que son malos ejemplos, cuando alguien cuenta como ha engañado a hacienda con algún truco contable decimos que es una persona lista, aquel que rompe todas las normas y no le pillan tiene gente que le alaga su inteligencia y lo listo que es para hacer las cosas mal y no ser cazado. Pero que distinta es la visión de Dios, Él amplifica el radio de acción de nuestros hechos, ya no solamente hacer las cosas mal tienen son consideradas pecado, sino que incluso aquello que hacemos con desgana, que podríamos hacerlo bien, pero no queremos hacerlo se convierte en una falta a la ley de Dios, nos convierte en transgresores.

Esto conlleva muchas cosas, cuando se te da bien cocinar y cocinas con desgana y de cualquier forma estas pecando. Es más agradable a Dios aquel que cocina algo con amor y empeño y luego el sabor es desagradable que aquel que teniendo mucho conocimiento y logrando un gran resultado lo hace de cualquier forma. La manera que hacemos las cosas afectan nuestra espiritualidad, cuando no estamos contentos con nuestras condiciones laborales y bajamos nuestra calidad de trabajo, pecamos. Cuando hacemos las cosas de cualquier manera porque los demás no se esfuerzan, pecamos. Cuando te cansas de ver que todo el mundo pasa de algo que se debiera hacer, y tú decides no hacerlo o hacerlo de mala gana, estas pecando. Porque si tienes la capacidad de hacer algo bien, estás obligado a hacerlo bien, no por quienes te rodean, no por ti mismo, sino para la gloria de Dios.

¿Cómo se plantea el día de hoy? Huye del pecado de la indiferencia y del pasotismo, “entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” Hoy es una gran oportunidad no solo para no pecar sino para vivir excelentemente para la gloria de Dios. ¿Aceptas el reto?


AP

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