“En El también vosotros, después
de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y
habiendo creído, fuisteis sellados en El con el Espíritu Santo de la promesa,
que nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de
la posesión adquirida de Dios, para alabanza de su gloria.”
Hoy en día los
símbolos están a la orden del día, las marcas han sabido vendernos sus símbolos,
sus logotipos y rápidamente podemos asociar una imagen a un nombre. Ver un
cocodrilo verde con la boca abierta trae a nuestra mente la palabra lacoste, la
silueta de un murciélago en un ovalo amarillo nos recuerda a Batman, la manzana
a la que le falta un trozo nos hace recordar ordenadores blancos y teléfonos de
última generación. Los símbolos son identificativos y hasta nos hace propiedad
de algo o de alguien.
Pero no son solo los símbolos,
el estilo de ropa, la manera de hablar, nuestros gustos, nuestros hobbies,
nuestra forma de vestir nos identifican. Ser cristiano también tiene un símbolo
"En El también vosotros, después de
escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo
creído, fuisteis sellados en El con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es
dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión
adquirida de Dios, para alabanza de su gloria."
El cristiano
verdadero un día recibió una marca, todo empezó con un mensaje revolucionario,
cuando la verdad se reveló a nosotros, cuando el evangelio fue presentado
recibimos una marca, una identificación que nos acompañará por toda la vida. En
el momento en que el Espíritu Santo nos puso su sello fue cuando nos volvimos
propiedad de Dios, fue ahí cuando le empezamos a pertenecer, en el momento que
Dios dijo “ahora eres mío”. Pero ser sellado implica algo más que simplemente
pertenencia, habla de que la manera de vivir también cambia, como muestra
pública de haber recibido ese sello.
Esto es vital, el que
es propiedad de Dios ya no camina como si no lo fuese, ya no habla, ni piensa,
ni actúa como si no lo fuese, sino que el sello produce un cambio que es
visible por todos los que le rodean. Este sello nos ofrece el derecho de
disfrutar de la herencia que Dios promete, pero teniendo en cuenta que todo
esto es con el único propósito que su gloria sea glorificada. Esta es la clave,
nuestra vida, nuestro sello están para que alabemos la gloria de Dios en cada
día de nuestra vida. Glorifica a Dios
con tu vida, disfruta de ser parte de su propiedad, porque no hay mayor regalo
que este, haber recibido la verdad y haber sido sellado por Dios.
AP
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