Efesios 2:1-3 – Contracorriente

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,  en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,  entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Uno de los animales más curiosos que existen por su modo de vida es el salmón. Él nace en el río y permanece en el agua dulce mientras es pequeño. Cuando es joven, llega hasta el mar donde vivirá su juventud hasta llegar a su madurez, pero cuando llega su momento de reproducción comienza el camino de vuelta hacia su lugar de nacimiento. Es en ese momento cuando nace lo difícil de la vida, comienza una carrera contracorriente, un viaje lleno de dificultades, rocas, cascadas. En el camino contracorriente otros peces intentarán recordarle que en el mar se está bien, que es muy cómodo dejarse llevar por la corriente. Muchos fallecen en el camino de vuelta, otros llegarán, fecundarán a las hembras y una vez hayan cumplido su objetivo morirán habiendo sido fecundos.

La vida es una río con una fuerte corriente, donde algunos se dejan llevar, donde el agua les arrastra, pero otros no es así como viven, sino que “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,  en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,  entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”

Durante un tiempo Pablo nos considera como estos salmones, peces que iban siguiendo la corriente  de este mundo, que se dejaban llevar por las formas, vocabularios, gustos, placeres, dando rienda suelta a nuestra carne sin oponer ningún tipo de resistencia a aquello que estaba mal. Pero Cristo nos dio vida y nos enseñó que el verdadero camino era ir contra corriente, que nuestra misión en la vida nos impulsaba a subir el río hacia arriba, a ir en contra del resto de personas que se dejan llevar.

Entonces debemos preguntarnos al analizar nuestra vida, ¿tengo vida? Y la respuesta a esto la dará nuestra forma de vivir, hacia donde estamos dirigiéndonos, si nos gobierna la carne la cual da rienda suelta a sus deseos y placeres o en cambio el espíritu nos vivifica dándonos el valor y las fuerzas para ir contracorriente de nuestros gustos, de lo que a nuestra carne le gusta. Estamos llamados a ir contra la corriente del mundo, a vivir conforme Dios nos pide que vivamos a subir las cascadas, sortear las rocas y luchar, sobretodo luchar.

AP

Comentarios

  1. excellent reflexion!! Nadar contracoriente! ES llevar una vida cristiana evangelica, atravezar OBTACULOS

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