“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en
vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo,
siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del
aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos
en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne
y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los
demás.”
Uno de los animales más curiosos que existen por su modo de
vida es el salmón. Él nace en el río y permanece en el agua dulce mientras es
pequeño. Cuando es joven, llega hasta el mar donde vivirá su juventud hasta llegar
a su madurez, pero cuando llega su momento de reproducción comienza el camino
de vuelta hacia su lugar de nacimiento. Es en ese momento cuando nace lo
difícil de la vida, comienza una carrera contracorriente, un viaje lleno de
dificultades, rocas, cascadas. En el camino contracorriente otros peces
intentarán recordarle que en el mar se está bien, que es muy cómodo dejarse
llevar por la corriente. Muchos fallecen en el camino de vuelta, otros
llegarán, fecundarán a las hembras y una vez hayan cumplido su objetivo morirán
habiendo sido fecundos.
La vida es una río con una fuerte corriente, donde algunos
se dejan llevar, donde el agua les arrastra, pero otros no es así como viven,
sino que “Y él os dio vida a vosotros,
cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales
anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al
príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de
desobediencia, entre los cuales
también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne,
haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza
hijos de ira, lo mismo que los demás.”
Durante un tiempo Pablo nos considera como estos salmones,
peces que iban siguiendo la corriente de
este mundo, que se dejaban llevar por las formas, vocabularios, gustos,
placeres, dando rienda suelta a nuestra carne sin oponer ningún tipo de
resistencia a aquello que estaba mal. Pero Cristo nos dio vida y nos enseñó que
el verdadero camino era ir contra corriente, que nuestra misión en la vida nos
impulsaba a subir el río hacia arriba, a ir en contra del resto de personas que
se dejan llevar.
Entonces debemos preguntarnos al analizar nuestra vida,
¿tengo vida? Y la respuesta a esto la dará nuestra forma de vivir, hacia donde
estamos dirigiéndonos, si nos gobierna la carne la cual da rienda suelta a sus
deseos y placeres o en cambio el espíritu nos vivifica dándonos el valor y las
fuerzas para ir contracorriente de nuestros gustos, de lo que a nuestra carne
le gusta. Estamos llamados a ir contra la corriente del mundo, a vivir conforme
Dios nos pide que vivamos a subir las cascadas, sortear las rocas y luchar,
sobretodo luchar.
AP
excellent reflexion!! Nadar contracoriente! ES llevar una vida cristiana evangelica, atravezar OBTACULOS
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