"Por tanto reprendí a los oficiales, y dije: ¿Por qué esta la casa
de Dios abandonada? Entonces reuní a los levitas y los restablecí en sus
puestos."
Un líder siempre será un líder
y un grupo, por maduro que sea siempre necesitará un líder. El ser humano, aun
viviendo en comunidad necesita un referente, un guía un líder, en cualquier
grupo ya sea laboral, eclesial, de amigos o del tipo que sea siempre habrá una
persona puesta, decidida en unanimidad o que surgirá espontáneamente que se erguirá
como referente y que será el centro del grupo y en los momento difíciles será
el que se encargue de dar ánimos y esperanza, que tomará decisiones y será el
centro de confianza del grupo.
Nehemías había acabado la
reconstrucción y tuvo que volver al lugar de donde vino en un principio, pero
para Jerusalén era una baja demasiado importante, su líder humano se había
marchado, el nexo de unión ya no estaba y poco a poco el grupo se fue desligando,
poco a poco se empezaron a hacer grietas ficticias en la muralla sentimental y
anímica del pueblo y entonces Nehemías tuvo que volver a reaccionar ante la
situación. "Por tanto reprendí a los oficiales, y dije: ¿Por qué esta la casa
de Dios abandonada? Entonces reuní a los levitas y los restablecí en sus
puestos."
El trabajo que tanto tiempo y
esfuerzo había costado se empezaba a derrumbar, el templo estaba recibiendo un
mal trato y estaba siendo abandonada, esto era el centro, el lugar donde Dios
habitaba, su lugar santísimo y estaba siendo descuidado, Nehemías rápidamente
puso solución a esto. Hoy en día la casa de Dios no se encuentra en ninguna
iglesia con grandes estructuras, no se encuentra en el vaticano, ni siquiera en
los locales con grandes rótulos, hoy la casa de Dios se encuentra en los
corazones de sus hijos. ¿Cómo esta esa casa?
Es muy sencillo llegar a
descuidarla, llenarla de trastos, quitar a los oficiales que deben cuidar por
el buen estado y dejar que cualquiera pueda entrar dentro. ¿Hemos descuidado la
casa de Dios? Hemos llenado nuestros corazones de demasiada basura, hemos
ocupado el lugar de Dios con cosas insalubres, que en lugar de limpiar el
corazón lo ensucian. Hoy es una gran oportunidad para volver a cuidar la casa
de Dios, a trabajar en ella, a cuidar nuestro corazón, a no abandonarla sino
vivir en ella en comunión con Dios.
AP
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