“Entonces les dije: Vosotros veis la mala situación en que estamos, que
Jerusalén está desolada y sus puertas quemadas a fuego. Venid, reedifiquemos la
muralla de Jerusalén para que ya no seamos un oprobio. Y les conté cómo la mano
de mi Dios había sido bondadosa conmigo, y también las palabras que el rey me
había dicho. Entonces dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Y esforzaron sus
manos en la buena obra.”
Carles Puyol ha sido sin ninguna
duda el gran capitán del Barcelona en las últimas décadas, no solo por sus
cualidades futbolísticas, las cuales han sido formidables y le han llevado a
ser uno de los mejores jugadores de la historia en su posición, sino sobre todo
por su personalidad tanto dentro como fuera del terreno de juego. Sin ninguna
duda su nombre quedará grabado en la historia del fútbol y aquellos que
compartieron vestuario con él lo recordarán como el gran capitán. Un hombre
influyente, el primero para animar cuando las cosas se ponían feas y el primero
en recriminar palabras o actitudes inadecuadas, su influencia llegaba a todos
sus compañeros convirtiéndole en referente y dándole la posibilidad de
encabezar el grupo.
En la vida, y sobre todo cuando
en un colectivo las cosas no funcionan bien es necesario que surja un líder que
tome la cabecera y lleve al grupo hacia el destino. Uno de estos grandes
líderes fue Nehemías el cual narra su encuentro con el grupo “entonces les dije: Vosotros veis la mala situación en que estamos, que
Jerusalén está desolada y sus puertas quemadas a fuego. Venid, reedifiquemos la muralla de Jerusalén
para que ya no seamos un oprobio. Y les conté cómo la mano de mi Dios había sido bondadosa conmigo, y también
las palabras que el rey me había dicho. Entonces dijeron:
Levantémonos y edifiquemos. Y esforzaron sus manos en la buena obra.”
En estas palabras encontramos las
características que todo capitán debe poseer.
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Es claro
ante la realidad: “entonces les dije: Vosotros veis la mala situación en que
estamos, que Jerusalén está desolada y sus puertas quemadas a fuego.” Nehemías
no quiso quitarle importancia al asunto, no quiso auto engañarse, explicó la
situación tal y como estaba. Así es el buen líder no intenta quitar importancia
al problema, ni tampoco le da más, lo expresa tal y como es.
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Potencia
la unidad: “Venid, reedifiquemos la muralla de Jerusalén para que ya no seamos
un oprobio.” Nehemías busco un objetivo común, no ser un oprobio por más
tiempo e incluyó a todos en esta tarea. El líder hace que todo el grupo se
sienta identificado con el objetivo y logra que todos se suban al carro.
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Produce
ánimo: “Y les conté cómo la mano de mi Dios había sido bondadosa conmigo, y también
las palabras que el rey me había dicho.” Nehemías no olvidó que si esto
ocurría era gracias a Dios únicamente. El buen capitán está en contacto directo
y no teme compartir el apoyo divino que ha recibido, ¿acaso existe mejor jefe
que Dios?
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Recibe
respuesta: “Entonces dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Y esforzaron sus
manos en la buena obra.” Nehemías obtuvo la respuesta que buscaba de
quienes estaban con él. El líder logra motivar y pone a todos a trabajar en el
objetivo que será un bien común.
Este mundo necesita líderes que velen por el bien común,
cada uno de nosotros como hijos de Dios tenemos la misión de ser esos capitanes
que motiven y llamen la atención sobre los que nos rodean. ¿Seguiremos sentados
y pasando desapercibidos o responderemos al llamado?
AP
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