“Entonces el sumo sacerdote Eliasib se levantó con sus hermanos los
sacerdotes y edificaron la puerta de las Ovejas; la consagraron y asentaron sus
hojas. Consagraron la muralla hasta la torre de los Cien y hasta la torre de
Hananeel. Y junto a él edificaron los hombres de Jericó, y a su lado edificó
Zacur, hijo de Imri.”
Las grandes catástrofes tienen el
mayor poder para unir relaciones rotas, ante la muerte de un padre, hermanos
sin relación vuelven a verse, ante una desgracia en la carretera antiguos amigo
vuelven a encontrarse, ante un atentado terrorista los países que han sido
enemigos se unen en la lucha, ante una desgracia natural los políticos de
cualquiera que sea su color se unen en duelo. Las tragedias nos unen, vuelven a
restaurar relaciones que se habían roto y parecían irrecuperables. El dolor es
negativo en muchos de sus aspectos, pero logra reunir lo que se había perdido.
En medio del dolor de una ciudad
derruida Israel se pone manos a la obra “entonces
el sumo sacerdote Eliasib se levantó con sus hermanos los sacerdotes y
edificaron la puerta de las Ovejas; la consagraron y asentaron sus hojas.
Consagraron la muralla hasta la torre de los cien y hasta la torre de Hananeel.
Y junto a él edificaron los hombres de Jericó, y a su lado edificó Zacur, hijo
de Imri.” Y como estas palabras, así es el capítulo tres de Nehemías, una
exposición de como todas las tribus, familias y personas de Israel que por
motivos pasados vivían sin relación, ahora se encuentran trabajando unos al
lado de los otros, levantando una muralla juntos.
Cuanto se parece la iglesia de
nuestro tiempo a este pueblo. Cuando digo la iglesia no quiero denominar, la
iglesia la forman todos aquellos que seguimos a Cristo. La iglesia de hoy es
una iglesia que se ha separado por doctrinas, modas, mentiras, por pequeñeces.
En lugar de centrarse en aquellas cosas que nos unían miramos aquellas que nos
separaban y esto nos distanció y nos hizo dar un mal testimonio.
Pero en medio de esta situación
surgieron algunas personas que intentaron volver a unir lo que se había roto,
manifestaciones en contra de leyes favorables al aborto o al matrimonio
homosexual, “caminatas” por Jesús llevando carteles, conciertos con grandes
escenarios y focos. Aparecieron muchos Nehemías que intentaron restaurar lo que
se había roto pero utilizaban los materiales equivocados. La iglesia de hoy no
necesita actos ni manifestaciones, necesita trabajo, oración y estudio de la
Biblia. Todos somos necesarios, todos debemos orar unos al lado de los otros,
todos debemos trabajar codo con codo, aunque tu pensamiento en aspectos no
fundamentales sean distintos. La iglesia no necesita de eventos, te necesita a
ti acercándote a Dios. Eres importante para la iglesia, reconstruyámosla juntos
por medio de la oración y la Biblia.
AP
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