“Porque todos ellos querían amedrentarnos, pensando: Ellos se desanimarán
con la obra y no será hecha. Pero ahora, oh Dios, fortalece mis manos.”
LA tarea de llevar a cabo una
reconstrucción no es moco de pavo, conlleva y requiere de cosas importantes y básicas
sin las cuales el proyecto fracasará, requiere esfuerzo económico, físico,
requiere trabajo, requiere organización y sobretodo requiere constancia, mucha
constancia, como se suele decir Roma no se construyó en un día, llevar a cabo
una gran reconstrucción ya sea de un edificio, de una relación o de un corazón
destrozado requiere y necesita de mucho tiempo y sobretodo paciencia. En este
tiempo de reconstrucción no faltarán los impedimentos para intentar el fracaso.
Impedimentos en cuanto a lo económico, impedimento en cuanto a imprevistos y
sobretodo impedimentos externos que se ocuparan de minar la moral con tal de
hacernos fracasar.
Nehemías encontró un fuerte rival
que buscaba hacerle fracasar, que quería tumbarle y que no lograran su objetivo,
intentaron de todo, les enviaron cartas, inventaron mentiras, trataron de
ponerle en contra del rey y hasta intentaron tener una reunión para destruirle,
pero Nehemías, gracias a Dios supo ver la situación “porque todos ellos querían amedrentarnos, pensando: Ellos se
desanimarán con la obra y no será hecha. Pero ahora, oh Dios, fortalece mis
manos.”
En cualquier tarea que busque un
buen trabajo y que sea para Dios, va a tener un denominador común, algo que no
va a faltar nunca, eso es alguien que intentará desanimarnos y asustarnos para
que abandonemos el proyecto, para que dejos el trabajo, en ocasiones nos faltarán
los medios, en otras nos fatigaremos y parecerá que no tiene sentido, en otros
momentos simplemente otros vendrán y te dirán que es una pérdida de tiempo, que
no vale la pena seguir, que es mejor invertir el tiempo y las fuerzas en otras
cosas.
¿Puede ser que tengan razón?
Podría ser, pero la realidad seguramente sea que el plan fracase, porque hay
muchos enemigos, porque nosotros mismos en ocasiones lo somos, y nuestro
objetivo puede tambalearse, pero ante esto debemos rogar Dios, fortalece mis
manos. ¡El trabajo no es nuestro, es de Dios! Y Dios no permitirá que su obra
fracase, la reconstrucción llegará a su fin con éxito. No trabajes con tus
fuerzas, ruega a Dios que te de las suyas, porque sus fuerzas nunca acaban, son
eternas.
AP
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