Nehemías 6 – ¡Fortalécenos Señor!


“Porque todos ellos querían amedrentarnos, pensando: Ellos se desanimarán con la obra y no será hecha. Pero ahora, oh Dios, fortalece mis manos.”

LA tarea de llevar a cabo una reconstrucción no es moco de pavo, conlleva y requiere de cosas importantes y básicas sin las cuales el proyecto fracasará, requiere esfuerzo económico, físico, requiere trabajo, requiere organización y sobretodo requiere constancia, mucha constancia, como se suele decir Roma no se construyó en un día, llevar a cabo una gran reconstrucción ya sea de un edificio, de una relación o de un corazón destrozado requiere y necesita de mucho tiempo y sobretodo paciencia. En este tiempo de reconstrucción no faltarán los impedimentos para intentar el fracaso. Impedimentos en cuanto a lo económico, impedimento en cuanto a imprevistos y sobretodo impedimentos externos que se ocuparan de minar la moral con tal de hacernos fracasar.

Nehemías encontró un fuerte rival que buscaba hacerle fracasar, que quería tumbarle y que no lograran su objetivo, intentaron de todo, les enviaron cartas, inventaron mentiras, trataron de ponerle en contra del rey y hasta intentaron tener una reunión para destruirle, pero Nehemías, gracias a Dios supo ver la situación “porque todos ellos querían amedrentarnos, pensando: Ellos se desanimarán con la obra y no será hecha. Pero ahora, oh Dios, fortalece mis manos.”

En cualquier tarea que busque un buen trabajo y que sea para Dios, va a tener un denominador común, algo que no va a faltar nunca, eso es alguien que intentará desanimarnos y asustarnos para que abandonemos el proyecto, para que dejos el trabajo, en ocasiones nos faltarán los medios, en otras nos fatigaremos y parecerá que no tiene sentido, en otros momentos simplemente otros vendrán y te dirán que es una pérdida de tiempo, que no vale la pena seguir, que es mejor invertir el tiempo y las fuerzas en otras cosas.

¿Puede ser que tengan razón? Podría ser, pero la realidad seguramente sea que el plan fracase, porque hay muchos enemigos, porque nosotros mismos en ocasiones lo somos, y nuestro objetivo puede tambalearse, pero ante esto debemos rogar Dios, fortalece mis manos. ¡El trabajo no es nuestro, es de Dios! Y Dios no permitirá que su obra fracase, la reconstrucción llegará a su fin con éxito. No trabajes con tus fuerzas, ruega a Dios que te de las suyas, porque sus fuerzas nunca acaban, son eternas.


AP

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