"Y les dije: No se abran las puertas de Jerusalén hasta que caliente
el sol; y aunque haya gente allí, cerrad las puertas y atrancadlas. Y señalé
guardas de los moradores de Jerusalén, cada cual en su turno, y cada uno
delante de su casa."
La seguridad es uno de los
aspectos que más se valoran en las sociedades occidentales, tener cuerpos de policías
que velen por las calles, ofrecer ciudades sin delincuencia, la seguridad de
que un niño pueda estar en el parque de su barrio sin peligro de ser raptado o
de cualquier otra cosas son vitales en cuanto a la tranquilidad de vivir. Cada
vez es menos común ver niños solos en un parque jugando, los casos de
secuestros, violaciones, etc han producido que se extreme la seguridad. Pero no
solo en esto, hace no muchos años no era extraño que el propietario dejase la
puerta de su casa abierta mientras estaba dentro, se confiaba en el vecino, hoy
en día pasa todo lo contrario se extrema la seguridad, se instalan alarmas, se
ponen cerraduras extras, las bandas organizadas, los estafadores y demás están
a la orden del día y nos lleva a aumentar la seguridad.
Tras la reconstrucción de las
murallas de Jerusalén no podía existir relajación, era necesario que se
aumentase la seguridad ante posibles ataques enemigos, por eso Nehemías tomó la
iniciativa "Y les dije: No se abran las puertas de Jerusalén hasta que
caliente el sol; y aunque haya gente allí, cerrad las puertas y atrancadlas. Y
señalé guardas de los moradores de Jerusalén, cada cual en su turno, y cada uno
delante de su casa." Era el momento de apuntalar todo aquello que podía
ser un punto débil y abrir la puerta a que los enemigos atacasen la ciudad y
destruyesen lo construido.
Nuestra vida en realidad no es
tan diferente a esta ciudad, cuando nos convertimos edificamos una gran y
fuerte muralla basada en Jesús, pusimos vigilancia a aquellas cosas que la
debilitaban, empezamos a dejar de practicar pecados que eran habituales,
dejamos de ver y escuchar cosas que nos debilitaban espiritualmente, cambiamos
ciertas amistades que nos debilitaban, que nos conducían por donde no debíamos
andar, extremamos la seguridad ante aquel que viene a robar, matar y destruir,
cada día afianzábamos más y más la muralla de nuestra vida con la oración y la
lectura de la Biblia.
Pero el tiempo fue pasando, la
construcción de la muralla fue acabando y en lugar de fortalecer nuestra
muralla fuimos dejando que los enemigos atacaran, dejamos la puerta de nuestros
ojos y nuestros oídos quedasen abiertas para todo aquel que quisiese entrar por
ellas, bajamos la guardia, dejamos de basar nuestras vidas en la Biblia y en la
oración para hacerlo en la televisión, las malas conversaciones, la radio, etc.
Pero aún estamos a tiempo de volver a fortalecer la muralla, de poner guardas
que filtren lo que vemos y lo que oímos, que se pongan a trabajar en las
grietas y a cerrarlas.
AP
Que Dios nos conceda su gracia para nunca dejar de edificar las murallas que nos proporciona la oración y la lectura de la Biblia.
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