"A causa de su fuerza esperaré en ti, porque Dios es mi baluarte.
Mi Dios en su misericordia vendrá a mi encuentro; Dios me permitirá mirar
victorioso a mis enemigos."
Antiguamente había un elemento
que diferenciaba a una familia de otras, hoy en día esto ya no es así, este
elemento mostraba la idiosincrasia de la familia, su rasgo más característico,
le representaba en todo lo que hacía y nada más verlo todos los identificaban rápidamente.
Las banderas son ese símbolo de identidad y de representación que las familias
tenían, el símbolo que hoy en día tienen los países para ser representados.
Hoy en día hay muchas banderas
invisibles pero reconocibles, la bandera de la lujuria, del desenfreno, de la
apatía, del egoísmo, de la mentira, de la falsedad, hay tantas banderas, y
tantas que podemos ver en el mundo. Y todas estas banderas vienen contra
aquellos que somos hijos de Dios, por eso debemos decir como el salmista "a causa de su fuerza esperaré en ti,
porque Dios es mi baluarte. Mi Dios en su misericordia vendrá a mi encuentro;
Dios me permitirá victorioso a mis enemigos."
Hay muchos enemigos en nuestra
contra, ¿qué bandera levantamos nosotros? siempre debiéramos llevar levantada
una bandera. Nuestros enemigos son muchos, vienen por todos los frentes, los
tenemos en el trabajo, en nuestras casas, en nuestras familias, en medio de
nuestros amigos incluso en la iglesia. Nuestros enemigos están preparados para
atacarnos e intentar vencernos.
Son muchos y poderosos, nos
tienen bien estudiados y vienen con fuerza, por eso debemos esperar en Dios,
levantar bien alto su estandarte, que la bandera de Dios sea visible en toda la
tierra, porque más alto que cualquiera de nuestros enemigos es Dios, porque
nada ni nadie en la tierra podrán derrotarnos, y en el momento adecuado Dios
vendrá a nuestro rescate, nos librará de nuestros enemigos, nos dará la
victoria; pero mientras llega, levantemos bien alto la bandera de nuestro Dios,
suya es la victoria.
AP
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