"Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de
todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean
con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo aquel que es la cabeza, esto es, Cristo."
Todos conocemos a alguna
persona que no se comporta como sería lo normal de su edad, ya sea porque
siendo joven se comporta como si fuese mucho más mayor, y otras personas
adultas se comportan como adolescentes. En estos casos se pueden buscar muchos
motivos y justificaciones de lo que haya pasado en su vida, pero la realidad es
que estas personas tienen un problema y necesitan madurar, sino cualquier
problema que otra persona adulta sufra para ella será muchísimo más grande.
Esto es un problema importante
cuando hablamos de madurez anímica y personal, pero el problema se acrecienta
cuando se trata de inmadurez espiritual. Este es un problema muy serio que
requiere atención inmediata, y Pablo quiso poner el aviso "Para que ya no
seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del
error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo aquel que es la
cabeza, esto es, Cristo."
Las iglesias están llenas de
inmaduros espirituales, personas que es cierto que llevan muchos años como
asistentes, que realmente se han convertido, pero que rápidamente se adhieren a
las modas que aparecen, que cambian de iglesia porque allí está el mover o
simplemente entran en discusiones innecesarias y ya no se sienten a gusto. Pero
existen otro tipo de inmaduros, estos son aquellos que simplemente han creído
aquello que les han explicado, han tenido pastores que realmente han amado a
Dios, que han estudiado e interpretado la Biblia, incluso con buena doctrina, y
que se han quedado con lo que les han enseñado, nunca han hecho el esfuerzo
para saber de buena tinta si realmente lo que les enseñaban era lo que la
Biblia enseña.
Este último tipo de personas
probablemente nunca puedan dar defensa de su fe realmente, porque han aprendido
pero no han investigado, tendrán el conocimiento pero no el convencimiento,
cuando alguien convincente les traiga una doctrina diferente reaccionarán o negándose
a moverse de su zona de confort o si su personalidad es débil cambiará de
pensamiento sin saber si es cierto. La madurez espiritual investiga la verdad,
busca crecer en ella, no se conforma con lo básico sino que por medio del
conocimiento de Cristo crece en Él. No quiere saber por intelectualismo, sino
por amor a Dios.
El conocimiento bíblico y
doctrinal tiene como principal objetivo la revelación de la persona de
Jesucristo, no se trata de conocimiento banal o de saber más que otros, ni de
recibir méritos, es la búsqueda del crecimiento espiritual en la cabeza de la
iglesia, en Cristo.
AP
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