Efesios 4:17-24 - ¿Cuál es tu fruto?



"Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta manera, si en verdad oísteis y habéis sido enseñados en Él, conforme a la verdad que hay en Jesús, que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad."

Cuando Dios en el principio creó los árboles los hizo con el propósito de que estos diesen un fruto del cual el hombre pudiese comer. De esta manera, por su naturaleza el manzano ofrece manzanas, el naranjo naranjas y el almendro almendras. Lo cierto es que el árbol no tiene que hacer nada especial, simplemente por el hecho de que su naturaleza es de la que es dará su propio fruto, pero en cambio tendría que hacer un esfuerzo inmenso para que un manzano diese peras, porque no es su naturaleza.

Al igual que los árboles, Dios creó al hombre con una naturaleza para dar buenos frutos que glorificaran a Dios, pero el pecado corrompió la naturaleza del ser humano, y cambió nuestro ADN de manera que dejamos de dar el fruto correcto para dar mal fruto. Pero todo cambió por medio de Cristo; "Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta manera, si en verdad oísteis y habéis sido enseñados en Él, conforme a la verdad que hay en Jesús, que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad."

Cristo volvió nuestro ADN al origen, a la semejanza de Dios, nos volvió al principio para que volviésemos a dar buen fruto, fruto de alabanza a Dios. Entonces debemos preguntarnos qué tipo de fruto estamos dando, fruto de nuestra antigua forma de vivir o por el contrario fruto nacido de Dios, es decir, amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Nuestro fruto es la muestra de cuál es nuestro ADN. Al igual que los árboles el fruto es algo que nace naturalmente, que no se fuerza, una persona durante un tiempo puede imitar el fruto de otro árbol, pero acabará desapareciendo, en cambio el fruto que es del Espíritu permanece para siempre.

¿Qué fruto estas dando tú? Me he encontrado personas que dicen haberse convertido, que hablan de que Jesús cambió sus vidas, pero la realidad es que en ellos no se encuentra ningún fruto de que así haya sido, continúan viviendo de la misma manera en que vivían antes de este supuesto encuentro. Por supuesto no soy nadie para juzgar el corazón de otra persona, ni me aventuraría a decir si alguien es o no es hijo de Dios, pero también es igual de cierto que "por sus frutos los conoceréis" y si en ellos no hay ningún fruto del Espíritu es probable que no pertenezcan al Espíritu. Pero esto no es lo realmente importante, no importa en exceso los demás, sino yo mismo, y debemos preguntarnos ¿están estos frutos en mí? ¿Soy verdaderamente cristiano? ¿Hay evidencias visibles de que el Espíritu Santo está produciendo frutos? O por el contrario soy un simple convencido de la fe que se esfuerza en reproducir algo que no es de su naturaleza. ¿Qué fruto estás dando?


AP

Comentarios