"No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que
sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta
gracia a los que escuchan."
Entre mi mujer y yo hay muchas
diferencias, como entre la mayoría de hombres y mujeres, pero sin duda una de
las más grandes es la necesidad de comunicación. Esto no es exclusivo de mi
matrimonio ni tampoco es una regla que siempre se cumple, pero generalmente
mientras que la mujer habla sin parar, el hombre suele ser más comedido y cauto
en sus palabras. La mujer fue creada con una capacidad de comunicarse superior
y por esto pueden estar horas y horas sin parar de hablar y siempre tienen algo
que decir, los hombres en cambio, podemos estar horas y horas sin decir nada y
no parece que nuestro cerebro vaya a explotar.
Dios otorga una importancia
muy grande a lo que hablamos, sobre lo que hablamos y como lo hablamos. En este
caso, es este fragmento del libro de Efesios, Dios le dio a Pablo unas
instrucciones para nuestra vida diaria que pudiésemos llevar a cabo. Una de
ellas y que debemos considerarla como vital es esta "no salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la
que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que
imparta gracia a los que escuchan." En otras palabras, lo que hablamos
tiene mucha importancia para Dios, y el propósito con el que lo hacemos marcará
el resultado de la conversación.
Es verdaderamente increíble
como una conversación puede llegar a arreglar un problema o puede hacerlo
inmensamente mayor. Igualmente como una conversación puede hacer que dos
personas sanen heridas y curen corazones o que se contaminen y se envenenen
hablando. Lo que hablamos tiene un valor inmenso, por esto mismo Dios nos llama
a hablar lo justo, a no hablar en exceso, a no decir demasiadas tonterías ya
que Jesús dejó claro "y yo os digo
que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día
del juicio." ¡Como se nota que no somos conscientes de esto! Si no
callaríamos muchas veces, no bromearíamos tanto o diríamos tantas estupideces.
Un hijo de Dios debe hablar
correctamente, en su boca siempre deben haber palabras acerca de Dios, ya que "de la abundancia del corazón
habla la boca", el propósito de cualquier conversación, siempre
debiera ser la de edificar, la de pensar en las necesidades de los demás y que
nuestras palabras les conforten, les alienten y esto solo es posible cuando
hablamos acerca de Dios y como su carácter afecta a nuestras vidas. Dios es el
que sacia el alma sedienta, Él es el que da vida al espíritu muerto, solo en Él
encontramos la paz, y solo hablar de Él, de las maravillas que Él hace, de su
infinito amor, solo esto edifica, nada más con lo que alimentemos nuestro
corazón podrá hacernos crecer.
Hablemos de Dios, dejemos a un
lado las conversaciones vanas, eliminemos la crítica y la murmuración, edifiquémonos
los unos a los otros, hablemos acerca de Dios, cuando sea necesario digamos a
otro la famosa frase ¿Porque no te callas? "No os dejéis engañar: 'Las
malas compañías corrompen las buenas costumbres". Busquemos hablar la
verdad y saciarnos de Dios, porque solo en Él encontramos los cimientos sobre
los que edificar.
AP
Muchas gracias: es una gran bendiciòn poder instruirnos leyendo y ponièndo por obra las magnìficas reflesiones que ustedes nos entregan. Reciban bendiciones de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
ResponderEliminarBendiciones
ResponderEliminarBendiciones
ResponderEliminarBendiciones,
ResponderEliminarExcelente alimento para el alma , gracias .
Muy bien. Muchísimas gracias
ResponderEliminarBendiciones 😘.