"Siervos, obedeced a vuestros amos en la tierra, con temor y con
temblor, con la sinceridad de vuestro corazón, como a Cristo; no para ser
vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de
Cristo, haciendo la voluntad de Dios. Servid de buena voluntad, como al Señor y
no a los hombres."
El momento más duro de mi día
a día es cuando el teléfono móvil a las 04:30 de la mañana suena de manera
desafiante recordándome que mi tiempo de descanso ha llegado a su fin, que es
el momento de empezar el día y de presentarlo ante Dios antes de empezar a
trabajar. No soy una persona a la que le guste dormir, más bien lo veo como una
pérdida de tiempo, pero si que es cierto que hasta para alguien como yo, las
cuatro y media de la madrugada es demasiado pronto.
Cada uno tenemos una hora
distinta de empezar y acabar nuestro día a día, pero a no ser que Dios nos haya
concedido el privilegio de estar en una familia adinerada y no tener que
trabajar, cada día nos toca enfrentarnos a trabajos, compañeros y jefes
desagradables, situaciones que no desearíamos pasar pero que diariamente nos
topamos con ellas. ¿Tiene el creyente una forma de trabajar determinada por la
Biblia? Claramente sí. "Siervos,
obedeced a vuestros amos en la tierra, con temor y con temblor, con la
sinceridad de vuestro corazón, como a Cristo; no para ser vistos, como los que
quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo la
voluntad de Dios. Servid de buena voluntad, como al Señor y no a los
hombres."
En España se está viviendo una
situación compleja en cuanto al trabajo se refiere. Un índice de paro muy alto
y a esto hay que sumar que aquellos que trabajan no reciben un salario
excesivamente alto, esto produce malestar en los trabajadores y teniendo en
cuenta el carácter general de la sociedad, acaba produciendo trabajadores
descontentos que dejan de trabajar como deberían para simplemente perjudicar al
jefe y que él se de cuenta de su malestar. ¿Puede un cristiano estar
descontento en su trabajo? La respuesta es que si, sabemos que lo que tenemos
es porque Dios lo ha decretado, pero no es malo que un hijo de Dios aspire a
mejorar su situación laboral, incluso negocie con su empresa. Ahora bien esto
nunca es excusa para no trabajar o hacerlo a desgana.
Como hijos de Dios estamos
hechos para agradar a Dios en todo y ni ninguna duda el trabajo es una gran
parte de ese todo, concretamente un tercio de nuestro día a día lo pasamos
trabajando, probablemente sea la actividad a la que más tiempo dedicamos.
Debemos y que el Señor nos ayude, trabajar bien y dando el máximo de nosotros
mismos, no por el miedo de que nos puedan despedir, no porque nuestros jefes
adquieran un mayor beneficio, sino porque esto glorifica a Dios. No se trata ni
tan siquiera de obtener una buena calificación, sino para que Dios sea
glorificado por medio nuestro en nuestro trabajo. Cuando no actuamos
correctamente damos una mala imagen de Dios. Trabajemos de buena voluntad,
sabiendo que así agradamos a Dios, pensemos que trabajamos para Dios, y que por
amor a Él debemos hacerlo lo mejor posible.
AP
En ocasiones se nos pierde el norte, como cristianos debemos agradar a Dios y honrarlo con nuestro comportamiento por encima de nuestros deseos o sentimientos
ResponderEliminar