"Oye, oh Dios, mi clamor; atiende a mi oración"
La característica más
relevante entre un padre y un hijo es la capacidad que tiene el niño para
pedir. Sobretodo conforme se acerca el final del año, con la llegada de las
navidades, los niños se vuelven en expertos a la hora de pedir, de elegir los
regalos que quieren que les regalen, que esperan recibir, y todos hemos visto
en algún momento al padre sentado con su hijo y su catálogo de juguetes enseñándole
todos los que él quiere, es sin duda una imagen entrañable, y que padre no
dedicaría unos minutos a escuchar la petición de sus hijos.
Y nosotros somos hijos de
Dios, Dios es nuestro Padre, y que padre no escucharía a su hijo, cuanto más no
lo haría si su hijo estuviese en necesidad, por eso tenemos el privilegio de
poder decir "oye, oh Dios, mi
clamor; atiende a mi oración", podemos invocar al Padre y rogarle que
escuche nuestro clamor, que incline nuestro oído a nuestras oraciones, que por
favor escuche nuestras necesidades.
Y lo más grande de todo esto
es que Dios nos escucha, que Dios ha abierto el trono de la gracia para que con
libertad accedamos ante él, allí donde encontramos el oportuno socorro, donde
hay abundancia, donde la gracia se derrama, un trono que gobierna sobre todo y
en todo, donde se sienta el Rey del universo, y si clamamos podemos tener
constancia y seguridad que el Padre nos escucha.
Pero como buen Padre no nos
dará todo lo que pidamos al contrario, el éxito de la oración y de nuestro
clamor vendrá totalmente condicionado a cómo y que pidamos, Jesús lo quiso
simplificar "si permanecéis en mí,
y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y será hecho.”
¿Está diciendo aquí que el Padre nos dará lo que queramos? Sí, pero lo que
pidamos vendrá condicionado porque sus palabras permanecen en nosotros y cuando
la palabra de Dios inunda nuestros corazones ya no pedimos por nuestros
placeres o pensamientos, lo hacemos conforme a su voluntad, "y esta es la confianza que tenemos
delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos
oye."
Por lo tanto hagamos como los
discípulos y digamos a Dios "enséñanos
a orar", para saber pedir conforme a su voluntad, sabiendo que Él
inclina su oído, que como Padre amoroso escucha y atiende nuestras oraciones,
que no permitirá que pasemos más de lo que podemos soportar. La oración es
poder, es el medio que Dios utiliza para obrar, oremos, pues confiadamente,
sabiendo que el que da más abundantemente de lo que entendemos nos escuchará.
AP
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