“Escucha mi voz, oh Dios, en mi queja, guarda mi vida del terror del
enemigo… …El justo se alegrará en el Señor, y en Él se refugiará; y todos los rectos
de corazón se gloriarán.”
En los tiempos en que el Salmo 63
se escribió era una etapa de la historia en que cada cierto tiempo llegaba el
tiempo de ir a la guerra, donde los ejércitos se preparaban, los soldados
afilaban sus armas e iban al encuentro de sus enemigos, y solo quedaba una
solución o conquistabas la ciudad enemiga o te conquistaban a ti, no existían
los empates, no había opción de amistad, en el tiempo de la guerra o
conquistabas o te conquistaban, la lucha era feroz.
En medio de un ambiente en que
los enemigos de Israel seguramente acecharían, el salmista clama a Dios “escucha mi voz, oh Dios, en mi queja,
guarda mi vida del terror del enemigo… …El justo se alegrará en el Señor, y en
Él se refugiará; y todos los rectos de corazón se gloriarán.” Debía generar
terror en el pueblo saber que en cualquier momento el enemigo podía atacarte,
madres que temerían que sus hijos fuesen hallados en medio del combate, mujeres
que llorarían cada día al saber que su marido estaba en combate y no sabría si
volvería.
Hoy en día, en España no vivimos
esta situación, afortunadamente no existen guerras donde las familias se
separen para ir a la batalla, pero aun así no podemos decir que no tenemos
enemigos, los hay, son muchos y están preparados para hacernos caer, para
separarnos de Dios, somos su objetivo y harán cualquier cosa para destruirnos.
No hablo de personas, aunque en ocasiones podrían serlo también, pero nuestros
enemigos habituales tienen otros nombres, crítica, envidias, discusiones,
divorcios, adulterio, fornicación, maltratos, ocio, hobbies, vicios, sexo,
dinero y aumenta la lista con todo aquellos que se pueda ocurrir.
No todo esto es malo, pero se
convierte en nuestro enemigo en el momento que permitimos que nos ate, en el
momento en que dejamos que nos controle, cuando permitimos que esto domine
nuestra vida. ¡Qué difícil es vivir junto a Dios en este mundo! Tenemos mucha
facilidad de pecar, internet nos ofrece el anonimato para dar rienda
suelta nuestros placeres sexuales,
concertar citas. La televisión cada vez más nos presenta el pecado como algo
bueno y algo normal.
Resguardémonos del ataque
enemigo, cuidémonos de sus ataques, refugiémonos y guardémonos en la oración,
tras las alas de Dios, donde hay descanso, donde los dardos del enemigo no
pueden alcanzarnos. Refúgiate en Dios, no hay mejor lugar donde estar.
AP
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