Salmo 72 – Viviendo por su Gloria



"Bendito sea el Señor Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas. Bendito sea su glorioso nombre para siempre, sea llena de su gloria toda la tierra. Amén y amén"

El ser humano tiene la necesidad de ser recordado cuando muera, tenemos la necesidad de dejar nuestra huella en la tierra, de que las generaciones futuras nos recuerden, por esto existe el Libro Record de los Guinness, un libro donde queda patente lo grande y maravillosos que son otras personas, lo increíbles que pueden llegar a ser. Estos buscan que su nombre sea recordado, que su gloria nunca perezca. Pero nada dura para siempre y todos los records, todos los hitos, todos los hechos, no solo son igualados sino que son incluso superados, por difíciles que parezca.

Nunca ningún ser humano podrá hacer algo que sea insuperable, nunca la gloria de ningún hombre perdurará eternamente, sino que llegará otro que le superará, otro que será mejor. Pero en cambio aunque todos los hombres del mundo se esforzaran y dedicaran su vida, ninguno se podrá asemejar nunca a nuestro Dios. “Bendito sea el Señor Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas. Bendito sea su glorioso nombre para siempre, sea llena de su gloria toda la tierra. Amén y amén.”

¿Puedes pronunciar tú estas palabras? Porque si las dices, entonces estas públicamente diciendo que deseas que el nombre de Dios sea bendito y esto presupone muchas cosas de ti. Porque si tu deseo es que el nombre de Dios sea bendito para siempre significa que estás preparado para todo lo que hagas sea con el propósito de que el nombre de Dios sea glorificado, esto es, que tus hechos no sean por tu reconocimiento, sino por el reconocimiento de Dios.

Entonces pregúntate algo, ¿para qué hago las cosas? Porque por nuestro ADN, las cosas que hacemos, las hacemos para nosotros ser vistos y ser exaltados para que todos reconozcan lo buenos que somos, pero realmente no debiera ser así, los hijos de Dios debiésemos hacer las cosas para que Dios sea el que reciba la gloria, para que cuando alguien nos felicita dijésemos, esto es para la Gloria de Dios, no para la mía. ¿Existirá un honor mayor que este? Por descontado que no, porque nada mejor que vivir para glorificar a Dios, nada mejor que gastar nuestros días para que la gloria de Dios llene toda la tierra. Glorifica hoy a Dios en tu vida.


AP

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