“Mira el pacto, Señor, porque los lugares tenebrosos de la tierra están
llenos de moradas de violencia”
Se cuenta que el siglo pasado
vivía en la región de Kimberly en África una familia muy pobre. El hombre tenía
un rancho, pero la tierra era arenosa y estéril. Los niños, sin dinero con que comprar canicas, habían aprendido a jugar con
piedrecitas que juntaban de la arena del arroyo. Un día pasaba un grupo de
hombres y se detuvieron para pedir agua. Mientras la tomaban, uno de los
hombres se quedó viendo a los muchachos y a sus "canicas", luego les
preguntó si había más y cuando los niños le dijeron que efectivamente, había montones
junto a la arena, el hombre fue a verificar hallando tal y como los niños le
habían dicho. Entonces dijo al campesino: "...Oiga, señor, ¿Cuánto quiere
por su rancho? Yo le pagaré lo que usted me pida...". El campesino sonrió,
y pensando hacer un excelente negocio pidió cincuenta mil dólares. Dicho y
hecho, el hombre sacó su talonario de cheques y le pagó lo que había pedido. Eso fue el origen de las Minas de Kimberly, las minas de diamantes más valiosas
del mundo.
Sin ninguna duda el hombre
pagó a muy buen precio las minas de diamantes, hoy en día cualquiera haría lo
mismo viendo el gran beneficio que podría traerle. Pero hay algo más valioso
que cualquier mina de diamantes, algo que tiene más valor que esto, son las
promesas de Dios. Promesas las cuales Dios ha puesto a nuestra disposición para
que se las pidamos, tal y como hizo el salmistas “mira el pacto, Señor, porque los lugares tenebrosos de la tierra estan
llenos de moradas de violencia.” El salmista pedía a Dios que recordara el
pacto que había hecho, igualmente nosotros tenemos el privilegio de solicitar a
Dios que cumpla sus promesas.
Sí, esto es real, Dios ha
prometido muchas cosas y tenemos la oportunidad para reclamárselas, pero ¿todas
las promesas son para nosotros? No, esto también hay que remarcarlo, hubo
promesas que fueron hechas para personas en concreto, como por ejemplo cuando
Pablo le dice al carcelero de Filipos “cree
en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa.” Decir que esta
promesa es para todos los creyentes sería una mala interpretación bíblica. Pero
en cambio hay otras muchas que si que son para todos aquellos que la reclaman. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad y se os abrirá”, esta promesa es una realidad y podemos en nuestras
oraciones reclamárselas al Señor.
El trono de la gracia es una
mina de diamantes y la oración el pico con el que extraer los diamantes, Dios
nos ha dado la oportunidad de golpear las paredes de la mina a través de sus
promesas, promesas que muchas veces dependen también de nosotros mismos “si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho.” Es decir
Dios nos dará lo que queramos cuando
permanezcamos en Él y sus palabras en nosotros, esta promesa es real, y podemos
reclamarla porque si las palabras de Dios permanecen en nosotros, entonces
pediremos conforme a su voluntad. Reclama hoy las promesas de Dios, Él las ha
prometido y no nos fallará.
AP
Comentarios
Publicar un comentario