Salmo 76 – No juegues con Dios


“Haced votos al Señor vuestro Dios, y cumplidlos; todos los que están alrededor de Él traigan presentes al que debe ser temido”

Promesas, cuantas promesas hacemos a lo largo de cuna vida, promesas por amor, promesas en nuestros trabajos, promesas a nuestros amigos, a nuestras familias. Todos en algún momento hemos hecho promesas y lo que es peor, todos en algún momento hemos roto alguna de ellas, en algún momento hemos fallado y no hemos hecho lo que debíamos hacer.

Romper una promesa a una persona es algo serio y que no debiera ocurrir, pero lo peor de todo es cuando hacemos una promesa a Dios y la rompemos, esto no debiera ser nunca así. Desde esta premisa es que el salmista nos presenta el temor a Dios “haced votos al Señor vuestro Dios, y cumplidlos; todos los que están alrededor de Él traigan presentes al que debe ser temido.”

El temor de Dios es algo que se puede observar desde dos primas distintos, el primero es el de aquellos que no creen en Dios. Estos aparentemente no parecen tener ningún tipo de temor hacia Dios, pero harían bien en tenerlo, porque “¡horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!” y llegará el Dios, que si sus vidas no se han vuelto a Dios, caerán en sus manos, y la ira de Dios caerá sobre ellos, su justicia les castigará, serán declarados culpables de sus obras.

Pero en cambio hay otra perspectiva, la que debemos tener los que somos hijos de Dios, la perspectiva de la reverencia absoluta a Dios, la reverencia ante un Dios que podría destruirnos si quisiera, porque tiene el poder para hacerlo, pero tenemos la confianza de que no será así. La mayor muestra de temor es la de la obediencia, pero no cuando se hace por miedo, sino por amor, “el principio de la sabiduría es el temor a Dios”. Cuando tememos a Dios y le mostramos reverencia y obediencia es entonces cuando somos sabios. Traigamos hoy nuestros presentes de obediencia, que Dios sea exaltado y temido por cada uno de nosotros.


AP 

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