"Antes que los montes fueran engendrados, y nacieran la tierra y
el mundo, desde la eternidad y hasta la eternidad, tú eres Dios."
El nacimiento es una de esas
cosas misteriosas que a todos nos ocurre, la ciencia ha investigado y dado a
entender este profundo misterio de que dos elementos diferentes, como son un
espermatozoide y un ovulo, al encontrarse en su interior surja una nueva vida,
se empiece a formar un ser, que tras unos meses en el interior de otro cuerpo
estará preparado para vivir independientemente de su formador. Pero tras el
nacimiento llega la infancia, un tiempo en el que la dependencia de la madre es
igual de necesaria, y la persona sufre cambios, sus huesos crecen, su músculos
cogen fuerza, poco a poco empieza a independizarse, llega la juventud, y la
toma de decisiones que marcarán toda su vida, sus estudios, sus trabajos, su
familia, aquí la formación física se completa y llega la etapa adulta,
probablemente la que menos cambios acarrea y nos lleva a la ancianidad, donde
la persona empieza a apagarse, poco a poco sus órganos se le agotan la vida, y
finalmente acaba muriendo.
Una vida de cambios
constantes, de crecimiento y decrecimiento, de modificaciones del carácter, de
madurez, estamos en continuo cambio, una misma persona en solo cinco años,
puede ser otra persona totalmente distinta. Esta clara mutabilidad del ser
humano es lo que hace que nos cueste tanto comprender la inmutabilidad de Dios,
su falta de evolución en su carácter "antes
que los montes fueran engendrados, y nacieran la tierra y el mundo, desde la
eternidad y hasta la eternidad, tú eres Dios."
Dios no tiene un nacimiento
tal y como nosotros lo tenemos, ni tampoco tendrá una muerte ni dejará de
existir, al contrario, es eterno, sin principio ni fin, las circunstancias no
le afectan, lo que le rodea no le hace cambiar, no hay ningún hecho que haga
que Dios deje de ser misericordioso, justo, o prefecto. Su naturaleza es
completa y existe un pleno equilibrio entre todos sus atributos, el puede ser
bueno y justo a la vez, santo y misericordioso, en Dios no existe ninguna
contradicción, todo lo contario hay una unidad perfecta.
¿Que implica todo esto para
nosotros? Lo primero debemos reconocer nuestra insuficiencia para poder
comprender la profundidad de lo que Dios es y la complejidad de su carácter y
atributos, nosotros siendo seres cambiantes, nos es difícil llegar a asimilar
que Dios siempre sea el mismo, pero así es, Él nunca cambia, se mantiene firme
y estable en lo que Él es. Y esto debe darnos seguridad, tranquilidad de que Él
no va a cambiar, tranquilidad que no cambiará de idea y que su palabra siempre
se cumple. ¡Qué alegría tener un Dios así! Sería terrible que un Dios
todopoderoso pudiese cambiar de opinión y destruir todo. Tengamos confianza,
Dios no cambia, Él es perfecto y todo lo hace de manera perfecta.
AP
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