Salmos 63 - Necesitamos a Dios


"Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua."

Hace unos años tuve la oportunidad de viajar a Sevilla en coche, recuerdo que al pasar por la altura de Castilla y la Mancha, por Albacete, al atravesar unas largas y rectas carreteras era especialmente llamativo el color marrón del paisaje, enormes explanadas sin vegetación, simplemente tierra, tierra seca, sin vida, una zona donde la vegetación brillaba por su ausencia. Por otra parte este mismo año he podido visitar la ciudad de San Sebastián y durante el camino debo reconocer, que a la salida de la autopista dirección a la ciudad la vegetación era simplemente indescriptible, allí se sentía que había vida, que todo lo que nos rodeaba era verde, era simplemente increíble la diferencia entre un lugar y otro, uno cargado de vida y otro muerto, triste.

Nuestras vidas se parecen mucho a estos paisajes, cuando echamos una mirada atrás podemos ver momentos en que la vegetación abundaba, en que todo era verde, en que mirar alrededor era muy agradable, pero en contrapartida, encontramos otros momentos en que la vegetación había muerto, en que solo había sequedad, en que la tierra necesitaba de agua, donde había sequía y casi podríamos decir que aparentemente estábamos al borde de la muerte espiritual. El salmista debía estar pasando uno de esos momentos y tomó la mejor decisión clamó al cielo diciendo "oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua."

¿Cuánta vegetación hay en tu vida? ¿Cómo está la tierra de tu corazón? ¿Estás sediento? Si estas así solo te queda hacer una cosa, al igual que el salmista, es el momento de buscar a Dios con afán. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados." Recuerdo al hijo pródigo que estaba hambriento tras haber gastado todo lo que tenía, estaba seco y busco saciarse comiendo y viviendo con cerdos; pero llegó el momento en que no estaba hambriento y sediento, sino que ya se moría de hambre y entonces buscó a su padre con afán.

La sequía no dura para siempre, pero a veces es el método utilizado por el Padre para que clamemos por lluvia, igual que el rey tuvo que clamar a Elías para que volviese a mandar lluvia. Siete años tardó en volver a llover, siete años pasando hambre, pasando sed, la tierra que antes había sido buena y productiva, se había convertido en tierra seca y árida, pero Dios tuvo misericordia una vez más y envió lluvia. Clama a Dios, pide que vuelva a llenar de vegetación tu vida, que no permita que la sequía dure más que mande una pequeña nube que envíe una tormenta sobre tu vida y vuelva a humedecer tu corazón. Clama a Dios, búscalo como el que se muere en el desierto de sed busca el oasis. Porque Dios no olvidará a sus hijos, aunque pasen por sequía, aunque estén muriendo, Dios responderá a la llamada de auxilio del que le pertenece y le dará agua, agua que brotará en su corazón y permanecerá.


AP

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