"En lo
cual os regocijáis grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo, si es
necesario, seáis afligidos con diversas pruebas, para que la prueba de vuestra
fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada
que resulta alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo."
La prueba de que el hombre fue
creado para vivir lejos del pecado es que el castigo por la desobediencia fue
el dolor y siendo sinceros a nadie nos gusta el dolor, intentamos evitarlo,
buscamos medios para que no nos afecte y con el avance de la ciencia hemos
encontrado medicamentos que no solo quita el dolor físico sino incluso el dolor
del alma. Ante esta realidad cada vez hay más personas que acuden a la medicina
y se medican con antiinflamatorios, antibióticos y antidepresivos.
Buscamos huir del dolor, no lo
queremos, buscamos la solución rápida, pero, ¿es malo el dolor? La respuesta es
que no. "En lo cual os regocijáis
grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo, si es necesario, seáis
afligidos con diversas pruebas, para que la prueba de vuestra fe, más preciosa
que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta
alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo."
Lo primero que debemos tener
claro es que el dolor ha sido creado por Dios y todo lo que Dios crea es bueno,
el dolor nos alerta de que hay algo que está mal, en realidad una persona que
no sienta el dolor tiene un serio problema debido a que nunca sabría si algo en
su cuerpo funciona de manera incorrecta. Esta es la función del dolor, es un
aviso, una advertencia que Dios nos ha dejado para avisarnos.
El dolor es una prueba que
nuestra fe debe soportar con el objetivo de ser afianzada y como una muestra de
que realmente pertenecemos a Dios. Podemos pasar pruebas, sufrir dolor, pero
aquellos que pertenecen a Dios permanecerán fieles. Y esta fidelidad tras haber
pasado la prueba se convertirá en alabanza, gloria y honor a Jesucristo. Dios
es quien nos da la fe, la cual las pruebas y problemas del día a día probarán y
nos confortarán en Cristo Jesús.
AP
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