Josué 11 - La paz tras la tormenta



"Tomó, pues, Josué toda la tierra de acuerdo con todo lo que el Señor había dicho a Moisés. Y Josué la dio por heredad a Israel conforme a sus divisiones por sus tribus. Y la tierra descansó de la guerra."

Un día de invierno y lluvia puede hacer que el mar se vuelva realmente peligroso, incluso a la orilla de la playa. Las olas se levantan, el viento sopla fuerte, parece implacable, realmente peligroso adentrarse en el mar en estas circunstancias, tanto que incluso aquellos que llevan años trabajando, según la situación deciden incluso no adentrarse en el mar. Pero después de la tormenta y la braveza del mar, cuando el sol sale y cesa la lluvia es el momento de la calma, del mar tranquilo, el fin de su braveza, una balsa de agua, la calma siempre precede a la tormenta.

Hasta aquí el libro de Josué nos ha narrado su historia en medio de la tormenta, de la conquista de lo prometido por Dios, de la guerra, y al finalizar "tomó, pues, Josué toda la tierra de acuerdo con todo lo que el Señor había dicho a Moisés. Y Josué la dio por heredad a Israel conforme a sus divisiones por sus tribus. Y la tierra descansó de la guerra."

En otras palabras por fin llegó la paz, se acabó la pelea, se acabó la lucha, la sangre, el miedo, finalizaron los enfrentamientos, las estrategias, era el momento de  disfrutar de la promesa de Dios cumplida, porque al fin y al cabo era Dios el que les había dado la victoria, el que había hecho prodigios, el que por medio de pequeñas derrotas les había enseñado quien era su fortaleza. La caída de los muros de Jericó, el sol y la luna detenidos, la tierra que dejó de girar para llevarles a la victoria, Israel había obtenido la recompensa a la obediencia a Dios y Dios cumplió su palabra como había prometido.

Nosotros hoy también estamos en una guerra o quizá estemos en época de paz, pero ha llegado precedida de una gran lucha, una lucha contra nuestro pecado. Muchos son según veo yo excesivamente osados y dicen hacer guerra contra Satanás, creo que nuestra guerra es local, es en nuestro corazón, es contra nuestros propios placeres, contra las tentaciones que nos atacan cada día, contra la sexualidad que nos rodea, contra nuestro carácter irascible. Pero Dios ha prometido algo, Él ha vencido al mundo, y aunque estemos en guerra, podemos tener confianza, saldremos victoriosos si luchamos a su lado, si dejamos que Él sea el general, el comandante, nuestras fuerzas.

Llegará la paz, el tiempo en que parecerá que las tentaciones están vencidas, en que ya no estaremos en lucha y nuestra vida estará en calma, porque así es la vida cristiana, en ocasiones estamos con el cuchillo entre los dientes y en otros momentos Dios nos ofrece descanso, descanso en Él. Perro cuidado, porque la paz no durará para siempre, nuestros enemigos intentarán reconquistar aquellos aspectos que hemos consagrado a Dios. Estemos preparados, "sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Pero resistidle firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Y después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que os llamó a su gloria eterna en Cristo, Él mismo os perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá."


AP

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