Josué 15 – El poder de la suerte


“La parte que tocó en suerte a la tribu de los hijos de Judá conforme a sus familias, llegaba hasta la frontera de Edom, hacia el sur, hasta el desierto de Zin al extremo sur.”

La palabra suerte es una palabra habitual en el vocabulario español, hablamos de suerte cuando en un sorteo recibimos un premio, hablamos de suerte cuando se valora las cosas buenas que hacemos, nos referimos a la suerte cuando sentimos que algo bueno nos ha pasado o le atribuimos que nos hayamos librado de algo malo. Nuestro recuerdo hacia ella es habitual, incluso en ocasiones nuestra fe se deposita en la suerte esperando algo bueno, esperando algo que produzca un cambio en nuestras vidas.

La suerte era un método utilizado por el pueblo judío en muchas ocasiones, al elegir a Matías como sucesor de Judas como discípulo lo hicieron a suertes, al igual que la repartición de la tierra prometida “La parte que tocó en suerte a la tribu de los hijos de Judá conforme a sus familias, llegaba hasta la frontera de Edom, hacia el sur, hasta el desierto de Zin al extremo sur.”

Les tocó en suerte, pero, ¿existe realmente la suerte? ¿Tiene la suerte algún tipo de poder en nuestras vidas? ¿Es la suerte una realidad o simplemente un cuento inventado? La realidad es que la suerte existe, esta entre nosotros, algunos que estén leyendo estas palabras estarán empezando a llamarme hereje, pero la Biblia afirma su existencia “la suerte se echa en el regazo, mas del Señor viene toda decisión”. Sí, la suerte existe y esta sujeta a las decisiones de Dios.

La suerte lo único que demuestra es la soberanía absoluta de Dios, el poder de decisión de lo que sucede en la tierra, Dios es quien decide que la suerte haga que a una persona le toque la lotería o que un jugador de fútbol al chutar el balón rebote y se meta en la portería. No hay nada que se escape de su soberanía, absolutamente todo está bajo su poder y la suerte no se escapa. Hablar de que hemos tenido suerte es decir que Dios ha hecho bien las cosas, reconocer la autoría de Dios en nuestras vidas, esto es, simplemente maravilloso.
AP


PD: Hoy es un día triste, ayer París fue atacada por personas que quisieron causar el terror y lo lograron no solo en la capital francesa, sino en todo el mundo, muestra nuestra debilidad. Hoy más que nunca debiéramos orar por París, por las familias que han sido destrozadas, por aquellos que hoy están heridos, e incluso por aquellos que han trabajado y actuado en esta barbaridad. No existe corazón suficientemente duro que Dios no pueda cambiar. Oremos por París.

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