“La parte que tocó en suerte a la tribu de los hijos de Judá conforme a
sus familias, llegaba hasta la frontera de Edom, hacia el sur, hasta el
desierto de Zin al extremo sur.”
La palabra suerte es una palabra
habitual en el vocabulario español, hablamos de suerte cuando en un sorteo
recibimos un premio, hablamos de suerte cuando se valora las cosas buenas que
hacemos, nos referimos a la suerte cuando sentimos que algo bueno nos ha pasado
o le atribuimos que nos hayamos librado de algo malo. Nuestro recuerdo hacia
ella es habitual, incluso en ocasiones nuestra fe se deposita en la suerte
esperando algo bueno, esperando algo que produzca un cambio en nuestras vidas.
La suerte era un método utilizado
por el pueblo judío en muchas ocasiones, al elegir a Matías como sucesor de
Judas como discípulo lo hicieron a suertes, al igual que la repartición de la
tierra prometida “La parte que tocó en
suerte a la tribu de los hijos de Judá conforme a sus familias, llegaba hasta
la frontera de Edom, hacia el sur, hasta el desierto de Zin al extremo sur.”
Les tocó en suerte, pero, ¿existe
realmente la suerte? ¿Tiene la suerte algún tipo de poder en nuestras vidas?
¿Es la suerte una realidad o simplemente un cuento inventado? La realidad es
que la suerte existe, esta entre nosotros, algunos que estén leyendo estas
palabras estarán empezando a llamarme hereje, pero la Biblia afirma su
existencia “la suerte se echa en el
regazo, mas del Señor viene toda decisión”. Sí, la suerte existe y esta sujeta
a las decisiones de Dios.
La suerte lo único que demuestra
es la soberanía absoluta de Dios, el poder de decisión de lo que sucede en la
tierra, Dios es quien decide que la suerte haga que a una persona le toque la lotería
o que un jugador de fútbol al chutar el balón rebote y se meta en la portería.
No hay nada que se escape de su soberanía, absolutamente todo está bajo su
poder y la suerte no se escapa. Hablar de que hemos tenido suerte es decir que
Dios ha hecho bien las cosas, reconocer la autoría de Dios en nuestras vidas,
esto es, simplemente maravilloso.
AP
PD: Hoy es un día triste, ayer París
fue atacada por personas que quisieron causar el terror y lo lograron no solo
en la capital francesa, sino en todo el mundo, muestra nuestra debilidad. Hoy
más que nunca debiéramos orar por París, por las familias que han sido
destrozadas, por aquellos que hoy están heridos, e incluso por aquellos que han
trabajado y actuado en esta barbaridad. No existe corazón suficientemente duro
que Dios no pueda cambiar. Oremos por París.
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