"Y quedaban siete tribus de los hijos de Israel que no habían
repartido su heredad. Dijo, pues Josué a los hijos de Israel: ¿Hasta cuándo
pospondréis el entrar a tomar posesión de la tierra que el Señor, el Dios de
vuestros padres, os ha dado?"
Se ha demostrado medicamente
que la adrenalina generada en una situación de estrés grande puede llevar a una
persona a hacer cosas que en situaciones normales sería incapaz de hacer.
Muestra de esto es la reacción de personas que han estado por ejemplo en
atentados, que lo han sufrido y que en el momento han reaccionado como si no
hubiese sucedido nada. La adrenalina toma el control de nuestra mente y nuestro
cuerpo y lo lleva al límite, pero tras esto, pasado algo de tiempo el cuerpo
sufre las consecuencias de su aumento energico y llega el momento del bajón.
Esto no solo ocurre en situaciones puntuales, sino que en problemas que se
alargan en el tiempo, puede producirse este mismo fenómeno, y tras años de
fortaleza, al finalizarse el problema, el cansancio sale a florecer.
Esto es lo que les pasó a los
hijos de Israel, ellos salieron del desierto, durante tiempo estuvieron en
combate, su adrenalina crecía cuanto más terreno conquistaban, los ánimos
estaban candentes y finalmente cuando hubieron logrado su objetivo cayeron en
la ociosidad tras la batalla. "Y
quedaban siete tribus de los hijos de Israel que no habían repartido su
heredad. Dijo, pues Josué a los hijos de Israel: ¿Hasta cuándo pospondréis el entrar
a tomar posesión de la tierra que el Señor, el Dios de vuestros padres, os ha
dado?"
Nuestras batallas espirituales
contra el pecado en ocasiones nos pueden llevar a niveles de estrés grandes,
como ocurrió con estas siete tribus, tanto que una vez lograda la victoria
podamos caer incluso en la ociosidad, bajar la guardia y ser un blanco fácil
para los enemigos. Estas tribus cayeron en la autocomplacencia, en creer que ya
todo estaba hecho y se relajaron, tanto que dejaron que sus responsabilidades
fueran olvidadas.
Debemos tener cuidado con la
ociosidad, en ocasiones podemos relajarnos y volvernos ociosos, dejar de lado
aquellas cosas espirituales y fundamentales que como cristianos no debieramos
dejar que se enfriaran, la ociosidad no debiera formar parte de nuestras vidas
y cuando entra es cuando nos convertimos vulnerables y débiles. Cuando la
Biblia nos insta a cuidar de nuestra salvación con temor y temblor, no es
porque podamos perderla, es porque podemos darle un mal cuidado y la ociosidad
forma parte de eso. Estemos alertas, no caigamos ni nos volvamos ociosos.
AP
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