"Y sucedió que cuando Josué
estaba cerca de Jericó, levantó los ojos y miró, y he aquí, un hombre estaba
frente a él con una espada desenvainada en la mano, y Josué fue hacia él y le
dijo: ¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos? Y él respondió: No; más
bien yo vengo ahora como capitán del ejército del Señor. Y Josué se postró en
tierra, le hizo reverencia, y dijo: ¿Qué dice mi señor a su siervo? Entonces el
capitán del ejército del Señor dijo a Josué: Quítate las sandalias de tus pies,
porque el lugar donde estás es santo. Y así lo hizo Josué."
En ocasiones el
exceso de confianza nos puede llevar a ser irrespetuoso. El hecho de conocer
bien y tener confianza con una persona no nos da pies para comportarnos y
tratarle de cualquier manera, ni tan siquiera con nuestros mejores amigos la
confianza debiera llevarnos a perderles el respeto. He visto padres e hijos con
una confianza muy grande, pero que llegado el momento el padre ha tenido que
recordarle al hijo que sigue siendo su padre.
¿Puede que esto nos
pase con Dios? ¿Es posible que a veces seamos irrespetuosos y nos comportemos
de manera inadecuada ante Él? Creo que sí, y es un riesgo que debemos vigilar. "Y sucedió que cuando Josué
estaba cerca de Jericó, levantó los ojos y miró, y he aquí, un hombre estaba
frente a él con una espada desenvainada en la mano, y Josué fue hacia él y le
dijo: ¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos? Y él respondió: No; más
bien yo vengo ahora como capitán del ejército del Señor. Y Josué se postró en
tierra, le hizo reverencia, y dijo: ¿Qué dice mi señor a su siervo? Entonces el
capitán del ejército del Señor dijo a Josué: Quítate las sandalias de tus pies,
porque el lugar donde estás es santo. Y así lo hizo Josué."
Aquí tenemos a Josué
ante Dios mismo, ante su comandante en la batalla y Dios le ordena que quite su
calzado porque está en un lugar santo. El sitio no era santo por el tipo de tierra o su situación geológica, su santidad
tiene más que ver con quien lo estaba pisando. Ante esto Josué obedece y
muestra reverencia al Rey.
Ante esto debemos
plantearnos dos percepciones. La primera es la manera en que nos acercamos a
Dios. Él nos ha llamado amigos, ha sido nuestro siervo en la tierra, nos ha
puesto como su hermano, pero no debiéramos olvidar que sigue siendo Dios, que
sigue siendo el Dueño y Señor nuestro. No podemos venir ante El como si hablásemos
con un colega. Debemos ir con un temor reverencial, sabiendo que estamos ante
el Todopoderoso Dios. Dios es nuestro amigo, no nuestro colega y merece nuestro
más profundo respeto. No podemos ordenarle ni decirle lo que debe hacer, sino
rogarle que haga su voluntad.
Lo segundo que
debemos ver es la santidad del sitio donde nos encontramos. Esto no se mide por
el lugar, no es más santo el púlpito de la iglesia que tu habitación, ni la
sala en que se hace intercesión que tu trabajo. A veces mitificamos nuestros
locales sin entender que no son más que cuatro paredes. Un lugar es santo
cuando Dios es el que está allí. El autobús se santifica cuando tu vas en él
orando, no por el autobús, sino porque allí donde tu clamas a Dios es donde
Dios esta.
Ante esta realidad
nuestro corazón debiera descalzarse cada día, vivir reverenciando a Dios, honrándole
sabiendo que donde Él esta es lugar santo. Quita hoy las sandalias de tu corazón,
teme a Dios y hónrale, no olvides que Él es el más grande.
AP
Muy certero el artículo, muy común en los cristianos ser "confianzudos" y olvidarnos de la soberanía absoluta de nuestro Señor y Dios
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