"El que habla que hable conforme a las palabras de Dios; el que
sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea
glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por
los siglos de los siglos. Amén"
En cierta ocasión escuché la
historia de un hombre que mientras jugaba a fútbol, en un campo marcó un gol de
chilena, un gol que le hubiese encantado marcar a Messi o a Cristiano Ronaldo,
pero el gol no subió al marcador. Desde luego quien hubiese visto este gol y
ver que no contaba, sin duda lo habría calificado y con razón de injusto, un
gol así merece subir al marcador. Pero claro, si vemos más circunstancias, hay
otras cosas a tener en cuenta, la primera es que la portería donde había metido
gol era la suya propia, con lo que de alegría, la situación pasó a
desesperación, además a esto debemos contar con que él no formaba parte de los
22 jugadores que jugaban ese partido, con lo que es normal que el gol no
contara, pero yendo aun más lejos, ¡el partido aun no había ni si quiera
empezado!
Esta anécdota que contaba este
pastor, nos ayuda a entender las palabras que escribe Pedro, "el que habla que hable conforme a las
palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para
que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la
gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén". Hay un punto
central en todo esto, "para que en
todo Dios sea glorificado". Bajo este prisma es que nuestras vidas
debieran girar.
Si comparamos nuestras vidas
de las de muchos que no son cristianos, probablemente nuestras acciones sean
mucho peores de lo que son las de ellos, probablemente no seamos tan
"buenos" como pueden parecer ser, pero la realidad es que Dios no
busca que seamos "buenos", lo que Dios realmente quiere es que la
gloria de nuestros actos sea para Él. Aquí es donde la historia del principio
toma sentido. Podemos marcar el mejor gol de la historia, pero si no jugamos en
el equipo no servirá para nada, si lo hacemos con la motivación errónea, es
decir no dar la gloria a Dios, se convertirá en pecado. Las buenas obras, solo
son buenas cuando formamos parte del equipo de Dios, es decir, cuando somos sus
hijos.
Hacer cualquier acción buena
no sirve de nada si no es para darle la gloria a Dios, es más, cualquier acción
que no busca darle la gloria a Dios se puede considerar sin ninguna duda
pecado, porque su trasfondo es idolatría, ya sea a la misma persona que lo hace
para sentirse bien o ser reconocido por otros, ya sea para que otra persona
reciba la gloria, también se trata de idolatría, es por esto que Pablo nos
insta a que todo lo que hagamos, sea de palabra o de hecho lo hagamos para Dios
y no para los hombres. Hagamos buenas acciones, pero que sirvan para que Dios
sea glorificado, porque sin duda esto es lo mejor que podemos hacer.
AP
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