1ª Pedro 2:18-20 - Trabajadores que glorifican a Dios



"Siervos, estad sujetos a vuestros amos con todo respeto, no sólo a los que son buenos y afables, sino también a los insoportables. Porque esto halla gracia, si por causa de la conciencia de Dios, alguno sobrelleva penalidades sufriendo injustamente. Pues ¿qué mérito hay, si cuando pecáis y sois tratados con severidad lo soportáis con paciencia? Pero si cuando hacéis lo bueno sufrís por ello y lo soportáis con paciencia, esto halla gracia con Dios."

El nacimiento sindical trajo un concepto que hasta ese momento no había existido, el del trabajo digno. Todo el mundo debe tener un trabajo digno, todos tenemos obligaciones con el empresario de igual manera que todos tenemos derechos que el empresario debe cumplir. Bajo este prisma encontramos ciertas actitudes pecaminosas que en ocasiones los trabajadores cometemos. Es habitual hoy en día,  que cuando un trabajador no se siente a gusto en su puesto de trabajo, ya sea porque el salario es bajo o porque se siente estancado o quiere un cambio, se produzca un descenso de su productividad y provocar de esta manera una reacción por parte de su jefe.

Obviamente esto es incorrecto y tranquilamente lo podemos catalogar como pecado. Si vamos un poco más lejos, en el momento en que la Biblia fue escrita, los trabajadores, eran siervos y los derechos escaseaban, mientras que las obligaciones crecían exponencialmente. Como en todos sitios habían buenos amos y malos, ante esta realidad, Pedro muestra cual debe ser la actitud del siervo, "siervos, estad sujetos a vuestros amos con todo respeto, no sólo a los que son buenos y afables, sino también a los insoportables. Porque esto halla gracia, si por causa de la conciencia de Dios, alguno sobrelleva penalidades sufriendo injustamente. Pues ¿qué mérito hay, si cuando pecáis y sois tratados con severidad lo soportáis con paciencia? Pero si cuando hacéis lo bueno sufrís por ello y lo soportáis con paciencia, esto halla gracia con Dios."

Hoy en día nos parecería impensable que alguien nos dijese que debemos sufrir en el trabajo, pero no debemos olvidar que el trabajo por culpa del pecado no es algo agradable, Dios puso como castigo al hombre el cansancio y la fatiga tras el pecado, pero el nosotros en cambio hemos intentado y luchamos por cambiar las consecuencias de nuestros pecados. Pero esto realmente no debiera ser así, en ocasiones nos encontraremos con jefes buenos y jefes malos, con trabajos que nos gusten y trabajos que no, pero sea como sea nuestra manera de trabajar no debiera cambiar nuestra manera de trabajar.

Tenemos una misión a la hora de ejercer nuestras obligaciones laborales, esta misión no es otra que la de ser buenos trabajadores independientemente de nuestros jefes, si tenemos buenos jefes debemos disfrutar de ellos, si tenemos malos, debemos soportarlos y realizar bien nuestro trabajo, porque cuando así lo hagamos daremos la gloria a Dios, y hallaremos gracia ante Él. Debemos honrar a Dios en nuestro trabajo dando un buen testimonio de lo que Dios es, soportando los malos jefes, sabiendo que en esto Dios es glorificado por encima de todo.

AP

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