"Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció
por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo
pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía
con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que
juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el
madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la
justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas
descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras
almas."
Todo esfuerzo trae su
recompensa, esta es una de las frases preferidas de los padres españoles en el intento
de motivar a sus hijos a que estudien. La realidad es que tiene sentido y
lógica, cuando somos niños o adolescentes quizá no sepamos apreciarlo, pero con
el paso de los años vemos que en la mayoría de los casos el esfuerzo para
lograr una meta o simplemente el esfuerzo para no abandonar puede llevarnos al
éxito.
Aunque es cierto que esto no
siempre se cumple, porque en ocasiones podemos hacer un gran esfuerzo y no
lograr la meta que realmente deseamos sí que es cierto que por medio del
esfuerzo crecemos y aprendemos a valorar de otra manera las cosas. Esta idea
nos la presenta Pedro también, pero con un matiz diferente, "pues para esto fuisteis llamados;
porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis
sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien
cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba,
sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo
nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando
muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis
sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis
vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas."
Cristo nos dejó el ejemplo del
mayor esfuerzo, el esfuerzo de callar y soportar, el esfuerzo de sufrir y no
rebelarse, el esfuerzo de la obediencia y no de la rebeldía. Jesús nos dio un
mensaje acerca del beneficio del esfuerzo, su esencia estaba en la obediencia a
su Padre y su recompensa por obedecer soportando el dolor más grande que pueda
existir, como es cargar los pecados de sus hijos en la cruz de manera injusta,
para que nosotros volviésemos al camino ya que como ovejas nos habíamos
descarriado y separado de la senda que debíamos seguir.
Este ejemplo de Cristo nos
debe llevar a plantearnos cuál es el objeto de nuestros esfuerzos, en que
gastamos nuestras energías, porque si Cristo se esforzó y obedeció para que
nosotros saliésemos beneficiados, sin ninguna duda nosotros debiéramos
esforzarnos para que quienes nos rodean se beneficien de nuestros esfuerzos. No
existe mayor obediencia a Dios que la de amarle a Él por encima de todo y al
que está cerca nuestro como a nosotros mismos. Es cierto que a veces no cuesta,
que no nos gusta, pero esta es la verdadera obediencia al Padre. El esfuerzo
tiene recompensa, pero mayor aun es cuando la recompensa la recibe otro.
AP
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