1ª Pedro 2:21-25 - El poder del sufrimiento divino



"Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas."

Todo esfuerzo trae su recompensa, esta es una de las frases preferidas de los padres españoles en el intento de motivar a sus hijos a que estudien. La realidad es que tiene sentido y lógica, cuando somos niños o adolescentes quizá no sepamos apreciarlo, pero con el paso de los años vemos que en la mayoría de los casos el esfuerzo para lograr una meta o simplemente el esfuerzo para no abandonar puede llevarnos al éxito.

Aunque es cierto que esto no siempre se cumple, porque en ocasiones podemos hacer un gran esfuerzo y no lograr la meta que realmente deseamos sí que es cierto que por medio del esfuerzo crecemos y aprendemos a valorar de otra manera las cosas. Esta idea nos la presenta Pedro también, pero con un matiz diferente, "pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas."

Cristo nos dejó el ejemplo del mayor esfuerzo, el esfuerzo de callar y soportar, el esfuerzo de sufrir y no rebelarse, el esfuerzo de la obediencia y no de la rebeldía. Jesús nos dio un mensaje acerca del beneficio del esfuerzo, su esencia estaba en la obediencia a su Padre y su recompensa por obedecer soportando el dolor más grande que pueda existir, como es cargar los pecados de sus hijos en la cruz de manera injusta, para que nosotros volviésemos al camino ya que como ovejas nos habíamos descarriado y separado de la senda que debíamos seguir.

Este ejemplo de Cristo nos debe llevar a plantearnos cuál es el objeto de nuestros esfuerzos, en que gastamos nuestras energías, porque si Cristo se esforzó y obedeció para que nosotros saliésemos beneficiados, sin ninguna duda nosotros debiéramos esforzarnos para que quienes nos rodean se beneficien de nuestros esfuerzos. No existe mayor obediencia a Dios que la de amarle a Él por encima de todo y al que está cerca nuestro como a nosotros mismos. Es cierto que a veces no cuesta, que no nos gusta, pero esta es la verdadera obediencia al Padre. El esfuerzo tiene recompensa, pero mayor aun es cuando la recompensa la recibe otro.


AP

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