"Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva
con vuestras mujeres, como un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole
honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no
sean estorbadas."
Durante las últimas semanas ha
sonado con fuerza una palabra, la palabra Únete. Esto forma parte de una
campaña publicitaria en la lucha por la violencia de género. Es muy alarmante
los datos ofrecidos por ABC en los que se indica que más del 80% de los
adolescentes y jóvenes entre los 14 y 19 años afirma conocer o haber conocido
algún acto de violencia de género en parejas de su edad. Esta sin duda es una
lacra que lejos de erradicarse en las nuevas generaciones parece que vuelve a
aflorar con fuerza.
Si ayer veíamos como debe ser
el corazón de una mujer, también la Biblia apunta a como debe ser el corazón de
un verdadero caballero. "Y
vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras
mujeres, como un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a
coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean
estorbadas."
¡Cuidado con las mujeres! No
debemos olvidar que las mujeres con las que nos casamos son hijas de Dios, no
de cualquier padre, sino del Padre y debemos tratarlas con cuidado. Por norma
las mujeres son tanto física como anímicamente más sensibles que los hombres,
los cambios hormonales que se producen cada mes en su interior las deja mucho
más al descubierto y más vulnerables.
Ante esta realidad el marido,
no solo no debe maltratarla, lo cual es obvio, sino que debe desvivirse para
satisfacer los placeres de su mujer, como cabeza de ella es el encargado de
cuidarla, de tratar de comprenderla, de mimarla, como un vaso frágil que se
puede romper en cualquier momento. Amar a la mujer es una manera de glorificar
el nombre de Dios y darle honra.
AP
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