1ª Pedro 3:8-9 - Una misión muy especial



"En conclusión, sed todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde; no devolviendo mal por mal o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito de heredar bendición."

Buena parte del éxito de un equipo deportivo es la unión entre los jugadores, esto en la NBA lo llaman química de equipo. En este aspecto hay jugadores que se producen buena química de equipo, haciendo que todos permanezcan unidos, mientras que otros jugadores ya sea por su carácter, por sus actividades extradeportivas o sus escándalos. Este tipo de jugadores cuando comienzan a perjudicar la química de equipo son traspasados rápidamente ya que el equipo está por encima de cualquier individualidad.

Pedro ha estado hablando del comportamiento de los siervos ante un mal amo, de cómo se debe comportar la mujer con el marido y viceversa, llegado a este punto nos ofrece una conclusión que nos sirve en todos los ámbitos de la vida. "En conclusión, sed todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde; no devolviendo mal por mal o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito de heredar bendición."

Pedro nos ofrece una definición de cómo debemos ser como cristianos para que la química de equipo suba, para que el cuerpo este unido, “sed todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde." Esta es la raíz y la evidencia de que somos hijos de Dios, tenemos un mismo sentir que proviene directamente del Espíritu Santo y no de nosotros, lo cual nos guía y nos muestra por donde andar, el mismo Espíritu produce nosotros en compasión exactamente igual que Dios tiene compasión con nosotros. Al mostrar compasión a otros necesitamos trabajar en equipo y nos volvemos fraternales, amándonos y el amor produce misericordia y nos lleva a perdonar a aquellos que incluso no lo merecen, igual que Dios nos perdonó a nosotros sin merecerlo y esto produce en nosotros un espíritu humilde que no se creerá superior a nadie.

Y ante esto, en ocasiones recibiremos críticas, ataques, porque los que andan por el Espíritu no son muy bien recibidos y ante los ataques debemos ser mansos y como Jesús nos indicó, poner la otra mejilla, bendecir al que nos maldice, no siendo vengativos, no devolviendo mal por mal o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo a los demás, porque no olvidemos la venganza es de nuestro Dios y exactamente igual que Cristo calló, nosotros debemos ser como Él, sabiendo que heredaremos bendición del cielo.


AP

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