"Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, armaos
también vosotros con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha
terminado con el pecado, para vivir el tiempo que le queda en la carne, no ya
para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios. Porque el tiempo ya
pasado os es suficiente para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo
andado en sensualidad, lujurias, borracheras, orgías, embriagueces y
abominables idolatrías. Y en todo esto, se sorprenden de que no corráis con
ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan; pero ellos darán
cuenta a aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.
Porque con este fin fue predicado el evangelio aun a los muertos, para que
aunque sean juzgados en la carne como hombres, vivan en el espíritu conforme a
la voluntad de Dios."
Hay cosas que parecen impensables que ocurran en
la vida, de aquí nacen los miedos en muchas ocasiones. El sufrir una
experiencia traumática, seamos o no conscientes de haberla sufrido es la raíz
de los miedos, un accidente de coche, quedarse encerrado en un ascensor, una
palabra de un padre a un hijo en un momento de enfado de te voy abandonar, un
azote dado sin entender porque, pueden haber muchos eventos que produzcan un trauma
y que lleven al miedo en según qué ocasiones, y el miedo produce incapacidad de
hacer algo o estar en algún lugar. Aquel que tiene miedo no vuelve al sitio que
le produce su inseguridad y si tiene que estar, al salir siente liberación, lo
malo ha pasado.
Si nos paramos a pensar, Pedro en cierto modo
habla de esto, "por tanto, puesto
que Cristo ha padecido en la carne, armaos también vosotros con el mismo
propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado, para
vivir el tiempo que le queda en la carne, no ya para las pasiones humanas, sino
para la voluntad de Dios. Porque el tiempo ya pasado os es suficiente para
haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en sensualidad,
lujurias, borracheras, orgías, embriagueces y abominables idolatrías. Y en todo
esto, se sorprenden de que no corráis con ellos en el mismo desenfreno de
disolución, y os ultrajan; pero ellos darán cuenta a aquel que está preparado
para juzgar a los vivos y a los muertos. Porque con este fin fue predicado el
evangelio aun a los muertos, para que aunque sean juzgados en la carne como
hombres, vivan en el espíritu conforme a la voluntad de Dios."
El padecimiento de Cristo venció al pecado,
produjo liberación y es por medio de Él que nosotros ya no somos esclavos al
pecado, sino libres para hacer el bien. El concepto es muy profundo, pero simplificándolo
debemos partir de la corrupción absoluta del ser humano, el cual su corazón
tiende siempre hacia el mal y solo por medio de Cristo es que podemos hacer el
bien. Pero entendiendo el bien, no únicamente una buena acción, porque las
buenas acciones muchas veces parten de la idolatría hacia nosotros mismos o a
otras personas o cosas, sino que tenemos libertad para hacer las cosas conforme
a la voluntad de Dios.
Bajo esta óptica debemos comprender algo, si
hemos sido librados del pecado, somos libres para hacer el bien, debiéramos
tener miedo a volver a aquello que antes nos ataba, debiéramos querer huir de
todo aquello que antes nos tenía preso y no podíamos salir y entonces empezar a
vivir de manera diferente a la que hemos estado viviendo anteriormente, porque
llegará el día en que seremos juzgados por nuestros actos y muchos serán
castigados por ellos, pero aquellos que hemos sido comprados con la sangre de Cristo
ya somos libres, pero no para hacer lo que queramos sino para vivir según la
voluntad de Dios, que no es otra que su nombre sea exaltado por medio de
nuestras vidas.
AP
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