"Por tanto, a los ancianos entre vosotros, exhorto yo, anciano
como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de
la gloria que ha de ser revelada: pastoread el rebaño de Dios entre vosotros,
velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no
por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo; tampoco como teniendo
señorío sobre los que os han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del
rebaño. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, recibiréis la corona
inmarcesible de gloria."
El programa Masterchef,
sobretodo en su edición infantil nos muestra en las pruebas que hacen por
equipos lo difícil que es liderar, y llama la atención que cuando acaban la
prueba todos suelen coincidir en lo difícil que es ser el líder del grupo y que
no volverán a criticar a los compañeros que sean líderes. La realidad es que
liderar y llevar un grupo no es fácil, no siempre se puede agradar a todos y
siempre hay que tomar decisiones complicadas que no todos entienden. Además
existe el riesgo de caer en el exceso de poder y aprovechar la situación para
obtener beneficios propios.
Esto ocurre exactamente igual
en las iglesias, igual que hay líderes en los grupos, también los hay en las
iglesias y Pedro les exhorta y les avisa, "por
tanto, a los ancianos entre vosotros, exhorto yo, anciano como ellos y testigo
de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de
ser revelada: pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no
por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del
dinero, sino con sincero deseo; tampoco como teniendo señorío sobre los que os
han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño. Y cuando aparezca
el Príncipe de los pastores, recibiréis la corona inmarcesible de gloria."
Pedro da los siguientes
consejos a los pastores:
- Debe ser voluntariamente: Existe una tendencia muy equivocada en
la que se habla de que hacemos las cosas para Dios. Esto es un grave error,
Dios no nos necesita, ni necesita ningún pastor para pastorear. El servicio
nunca debiera considerarse una obligación, más bien es un privilegio, el
privilegio de formar parte del trabajo divino y ser las manos de Dios en la
tierra.
- Debe ser desinteresado: En el nombre de Dios se ha robado mucho a
lo largo de la historia, desde todos los ámbitos, tanto del catolicismo como
desde el protestantismo. El pastor no debiera ser nunca una persona interesada
en el dinero, al contrario, debe con su ejemplo confiar y predicar de la
providencia de Dios, sabiendo que Dios le dará lo necesario para vivir.
- Debe ser equilibrado: No hay nada peor que la frase "porque
yo soy el pastor". La autoridad no se compra ni se impone, se gana. La
manera de ganarla no es por medio del compañerismo ni por las buenas
relaciones, sino por la oración de rodillas en privado. Es el Espíritu el que
ofrece y da autoridad al pastor, no se trata de su carisma, ni de su carácter.
Un pastor que pase horas de oración, será un pastor con autoridad divina.
Por nuestra parte, aquellos
que somos pastoreados, debemos amar a nuestros pastores, siendo paciente con
ellos, sin olvidar que siguen siendo seres humanos imperfectos, no juzgándolos
para destruirlos, sino amándolos. Ellos son los representantes de Cristo y una
ofensa a un pastor es una ofensa a Cristo y debemos reprenderles en amor cuando
tomen decisiones incorrectas, cuando dejen de actuar como buenos pastores.
Todos tenemos trabajo que hacer, estemos sujetos a los siervos que Dios ha
puesto y que algún día Dios coronará.
AP
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