"He aquí, cuán bienaventurado es el hombre a quién Dios reprende;
no desprecies, pues, la disciplina del Todopoderoso. Porque Él inflige dolor,
pero da alivio; Él hiere, pero sus manos también sanan."
El método de enseñanza con los
niños es la disciplina. La disciplina no unicamente se trata de castigos, más
bien esto es la consecuencia de la indisciplina. La disciplina enseña la manera
de actuar y de responsabilizarse con las obligaciones que una persona puede
tener. Según la persona la disciplina que se autoimpone es mayor o menor, en el
caso de los niños, debido a su inmadurez necesitan ser disciplinados por
personas mayores. Al no cumplir la disciplina los niños tienen que ser
disciplinados, castigados, para de esta manera volverse responsables y
cumplidores.
Los adúltos también reciben
"castigos" cuando su disciplina laboral por ejemplo, no se cumple y
sus responsables pueden sancionarles. Espiritualmente ocurre lo mismo, cuando
el Espíritu Santo transforma nuestros corazones empezamos a caminar en la
disciplina espiritual, la Biblia es la que nos indica por donde caminar, pero
en ocasiones nos desviamos y debemos ser disciplinados, "he aquí, cuán bienaventurado es el hombre a quién Dios reprende;
no desprecies, pues, la disciplina del Todopoderoso. Porque Él inflige dolor,
pero da alivio; Él hiere, pero sus manos también sanan."
La verdad es que para un niño
no hay nada mejor que ser disciplinado por su padre, por supuesto el niño no le
gusta, incluso no lo entiende, se enfada, se rebota, pero el padre nunca deja
de amarle, de cuidarle, el niño no lo entiende pero el propósito es bueno, el
fin será mejor, su autodisciplina entiende la importancia de hacer bien las
cosas, de cumplir su palabra cuando dice algo y esto le ayuda a crecer y
fortalecerse. Nosotros, niños espirituales, también necesitamos que nos
disciplinen cuando nos apartamos del camino marcado por la Biblia, cuando
tomamos nuestras propias decisiones y vamos por nuestros propios caminos.
La disciplina es misericordia
de parte de Dios, es paciencia y fidelidad, muestra amor y cariño hacia sus
hijos, la disciplina de Dios es un acto de preocupación y de cuidado, es
necesaria para nuestro crecimiento y nuestra madurez espiritual, nos muestra
nuestros errores y nos presenta a nuestro modelo a seguir, a Cristo. Aunque
duela, recibiremos el alivio divino, si enfermamos recibiremos los cuidados y
sanidad celestiales. Dios es bueno, su misericordia nueva cada día, sus
pensamientos diferentes a los nuestros y su fin perfecto, todo lo que Él hace
es bueno y en ello debemos alegrarnos.
AP
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