Job 5 - Misericordiosa disciplina



"He aquí, cuán bienaventurado es el hombre a quién Dios reprende; no desprecies, pues, la disciplina del Todopoderoso. Porque Él inflige dolor, pero da alivio; Él hiere, pero sus manos también sanan."

El método de enseñanza con los niños es la disciplina. La disciplina no unicamente se trata de castigos, más bien esto es la consecuencia de la indisciplina. La disciplina enseña la manera de actuar y de responsabilizarse con las obligaciones que una persona puede tener. Según la persona la disciplina que se autoimpone es mayor o menor, en el caso de los niños, debido a su inmadurez necesitan ser disciplinados por personas mayores. Al no cumplir la disciplina los niños tienen que ser disciplinados, castigados, para de esta manera volverse responsables y cumplidores.

Los adúltos también reciben "castigos" cuando su disciplina laboral por ejemplo, no se cumple y sus responsables pueden sancionarles. Espiritualmente ocurre lo mismo, cuando el Espíritu Santo transforma nuestros corazones empezamos a caminar en la disciplina espiritual, la Biblia es la que nos indica por donde caminar, pero en ocasiones nos desviamos y debemos ser disciplinados, "he aquí, cuán bienaventurado es el hombre a quién Dios reprende; no desprecies, pues, la disciplina del Todopoderoso. Porque Él inflige dolor, pero da alivio; Él hiere, pero sus manos también sanan."

La verdad es que para un niño no hay nada mejor que ser disciplinado por su padre, por supuesto el niño no le gusta, incluso no lo entiende, se enfada, se rebota, pero el padre nunca deja de amarle, de cuidarle, el niño no lo entiende pero el propósito es bueno, el fin será mejor, su autodisciplina entiende la importancia de hacer bien las cosas, de cumplir su palabra cuando dice algo y esto le ayuda a crecer y fortalecerse. Nosotros, niños espirituales, también necesitamos que nos disciplinen cuando nos apartamos del camino marcado por la Biblia, cuando tomamos nuestras propias decisiones y vamos por nuestros propios caminos.

La disciplina es misericordia de parte de Dios, es paciencia y fidelidad, muestra amor y cariño hacia sus hijos, la disciplina de Dios es un acto de preocupación y de cuidado, es necesaria para nuestro crecimiento y nuestra madurez espiritual, nos muestra nuestros errores y nos presenta a nuestro modelo a seguir, a Cristo. Aunque duela, recibiremos el alivio divino, si enfermamos recibiremos los cuidados y sanidad celestiales. Dios es bueno, su misericordia nueva cada día, sus pensamientos diferentes a los nuestros y su fin perfecto, todo lo que Él hace es bueno y en ello debemos alegrarnos.


AP

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