"Ruja el mar y cuanto contiene, el mundo y los que en él habitan.
Batan palmas los ríos; a una canten jubilosos los montes delante del Señor,
pues viene a juzgar la tierra; El juzgará al mundo con justicia, y a los
pueblos con equidad."
El concepto justo es un tanto
abstracto en cuanto a los pensamientos que tenemos las personas, mientras que
para una persona puede ser justo que un delincuente entre en prisión por un
delito menor, para otra esto mismo puede ser injusto; la subjetividad que en
ocasiones podemos tener ante alguna situación, ya sea porque nos afecte a nivel
familiar, porque tengamos algo que ver en el acto o simplemente por el hecho de
que nos recuerde algún hecho traumático de nuestro pasado, es más que
suficiente para que nuestra justicia se vea comprometida. Teniendo esto en
cuenta se crea la ley, la ley al fin y al cabo no busca otra cosa que ponerle
unos márgenes a la subjetividad del hombre respecto a la justicia, y dentro de
esos márgenes la subjetividad se moverá, pero al menos asegurará que hay una
solución más o menos justa.
La necesidad de justicia que
tenemos los hombres, sin duda es únicamente un reflejo de aquel sobre quien
hemos sido diseñados. Justo es uno de los atributos de Dios, es parte de su
esencia, sin esto, Dios, no sería Dios, y al haber sido nosotros creados a su
imagen, también tenemos en nosotros mismos la necesidad de justicia, aunque no
es perfecta. Pero Dios sí que es perfecto y esto tiene su efecto en la tierra, "ruja el mar y cuanto contiene, el
mundo y los que en él habitan. Batan palmas los ríos; a una canten jubilosos
los montes delante del Señor, pues viene a juzgar la tierra; El juzgará al
mundo con justicia, y a los pueblos con equidad."
Dios es justo es la idea que
tiene de Él mismo. Al pensar en justicia rápidamente tenemos en mente leyes y
un juicio, pero el hecho de que Dios sea justo no solo se aplica a como Él
juzga, sino también nos habla de que la visión y la idea de Dios y sus
atributos es justa, Dios no ama más de lo que debiera amar, ni es más santo de
lo que debe ser, toda su esencia es perfecta en su justa medida, no hay nada
que destaque sobre nada, Dios es justo en su propia valoración de si mismo.
Este hecho le permite ser
justo a la hora de juzgar al hombre, porque mientras que su amor y misericordia
podría llevarnos a pensar que da igual lo que hagamos, Él nos perdona, hace que
su santidad y su justicia no permita pasar por alto las transgresiones que los
hombres y mujeres cometemos, todo lo contrario, merecen ser castigados. Vivimos
en un mundo en que la justicia no actúa de un modo correcto, pero la justicia
divina es perfecta totalmente, no hay resquicios legales, todo lo contrario, es
equilibrada. Toda la naturaleza, todo lo que tiene vida, lo que respira, alaba
la justicia de Dios, Él juzgará la tierra, Dios juzgará cada uno de nuestros
actos y saldremos culpables de haber transgredido la ley; pero aquellos que
hayamos sido comprados con la sangre de Jesucristo seremos justificados. No
temamos la justicia perfecta de Dios si somos sus hijos, todo lo contrario amémosla
por encima de todo.
AP
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