"¿Descubrirás tú las profundidades de Dios? ¿Descubrirás los
límites del Todopoderoso? Altos son como los cielos; ¿qué harás tú? Más
profundos son que el Seol; ¿Qué puedes tú saber? Más extensa que la tierra es
su dimensión y más ancha que el mar. Si Él pasa, o encierra, o convoca una
asamblea, ¿quién podrá estorbarle? Porque Él conoce a los hombres falsos, y ve
la iniquidad sin investigar. Y el hombre tonto se hará inteligente cuando el
pollino de un asno montés nazca hombre."
Como personas, nos encanta etiquetar
a las personas y las cosas, etiquetamos a los seres humanos como guapos, feos,
altos, bajos, gordos delgados, atractivos, etc. Lo mismo hacemos con los
objetos, útil, inútil, viejo, nuevo, etc. Este es el origen de la doctrina, la
cual es buena, pero al final lo único que hace es etiquetar a Dios, cuando
hablamos de sus atributos, no son más que etiquetas que ponemos a Dios para de
esta manera que nuestra mente pueda llegar a entender su esencia, lo que Él es.
Las etiquetas marcarán nuestra
relación con las personas, aquellas que no obtengan una etiqueta positiva, es
posible que nunca lleguen a tener relación con nosotros, habrá un muro llamado
prejuicio que no permitirán que exista la posibilidad de conocernos.
Exactamente igual ocurre con Dios, cuando las etiquetas que le ponemos a Dios
se basan en nuestras experiencias, es ahí cuando los prejuicios aparecen. Exactamente
esto es lo que le estaba ocurriendo a Job, vemos en él un desgaste con el paso
del tiempo, sus etiquetas de Dios se van difuminando y pierde su sentido de
vida. Pero uno de sus amigos le recrimina esta situación, "¿descubrirás tú las profundidades de Dios? ¿Descubrirás los
límites del Todopoderoso? Altos son como los cielos; ¿qué harás tú? Más
profundos son que el Seol; ¿Qué puedes tú saber? Más extensa que la tierra es
su dimensión y más ancha que el mar. Si Él pasa, o encierra, o convoca una
asamblea, ¿quién podrá estorbarle? Porque Él conoce a los hombres falsos, y ve
la iniquidad sin investigar. Y el hombre tonto se hará inteligente cuando el
pollino de un asno montés nazca hombre."
Limitar a Dios a nuestras
etiquetas, es simplemente como querer meter el mar en una botella, quizá
tengamos una muestra, pero no obtendremos la esencia del mar nunca, ni su
viento, ni su fauna, ni su braveza, exactamente lo mismo pasa cuando metemos a
Dios dentro de nuestras etiquetas, que podremos tener un cachito de lo que es
Dios, pero nunca llegaremos a comprender su esencia. Ponerle límites a Dios es tan
estúpido como construir un edificio para atrapar el viento, es una pérdida de
tiempo. La doctrina nos acerca a lo que es Dios, pero caer en el
intelectualismo es muy sencillo, y acaba denigrando su imagen, y nos lleva a la
pérdida y a la queja ante el dios que ya no responde a nuestras etiquetas.
Odiamos al Dios que se sale de
lo preestablecido por nuestra mente, ¿seguiremos quejándonos? ¿Meteremos a Dios
en los límites de nuestra mente? Él es superior a nuestras ideas, aun el
cerebro más aventajado no puede llegar a comprender la profundidad de su ser,
Él llega a lo profundo del corazón, a nuestros deseos más ocultos, no le pueden
ser ocultados, es más, Él los saca a la luz y nos muestra la profundidad de
nuestra oscuridad. Pero este Dios, por medio del amigo de Job, trae ánimo a
Job, y le dice, "si diriges bien tu
corazón y extiendes a Él tu mano, si en tu manos hay iniquidad y la alejas de
ti y no permites que la maldad more en tus tiendas, entonces, ciertamente
levantarás tu rostro sin mancha, estarás firme y no temerás. Porque olvidarás
tu aflicción, como aguas que pasaron la recordaras. Tu vida será más radiante
que el mediodía, y hasta la oscuridad será como la mañana. Entonces confiarás,
porque hay esperanza, mirarás alrededor y te acostarás seguro."
AP
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