"Ciertamente, tú rechazas el temor, e impides la meditación
delante de Dios. Porque tu iniquidad enseña a tu boca, y escoges el lenguaje de
los astutos. Tu propia boca, y no yo, te condena, y tus propios labios
testifican contra ti."
Jeon Jaworski, quien fue
fiscal especial en el escándalo del caso Watergate que llevó al presidente de
Estados Unidos Nixon a abandona la presidencia, dijo que él creía que el pueblo
norteamericano habría perdonado a Nixon si éste hubiera sido capaz de admitir
sus errores. "Si Richard Nixon hubiera manifestado señales de
remordimiento y de dolor por lo sucedido y se hubiera acercad a su pueblo con
arrepentimiento y con sencillez de corazón, otro hubiera sido su destino final.
Pero jamás quiso hacerlo." No solo Nixon rehusó admitir sus errores sino
que procuró por todos los medios el obstruir la justicia y ocultar los hechos.
Nixon fue un hombre terco, aun
cuando tuvo la oportunidad de poner fin y arreglo a su situación decidió hacer
todo lo posible en la oscuridad en lugar de salir a la luz arrepentido. Job
estaba en la misma situación y en una actitud similar a la de Nixon y Elifaz
vuelve a reprenderle, con amor a la espera de un cambio en el corazón. "Ciertamente, tú rechazas el temor, e
impides la meditación delante de Dios. Porque tu iniquidad enseña a tu boca, y
escoges el lenguaje de los astutos. Tu propia boca, y no yo, te condena, y tus
propios labios testifican contra ti."
Probablemente vengan a
nuestras cabezas el nombre de personas que son exactamente igual que Job,
personas que estaban en los caminos de Dios y se encuentran en rebeldía,
andando a su manera en la vida y alejados de Dios. Si es así, si estás pensando
en otras personas, para un momento y recuerda la parábola del fariseo y el
publicano. Que mal corazón tenía ese fariseo que oraba "gracias Dios
porque no soy como ese publicano" y después de eso todas sus obras y lo
que hacía bien. La Biblia no sirve para mostrarnos el mal de los demás sino el
nuestro propio.
Cuando leemos la Biblia y
pensamos en otras personas, nos convertimos en el Job de estos versículos, que
aunque nos corrijan, seguimos tercos, mirando para otro sitio, creyendo que
somos mejores que los demás. Pero no es así, ninguno somos buenos, todo lo
contrario, somos malos, con un corazón corrupto y cabezones hasta el límite, si
seguimos en los caminos de Dios es porque la gracia de Dios nos mantiene.
Oremos por los que se han apartado, pero no juzguemos, apliquemos a nuestro
corazón las reprimendas bíblicas y amemos a aquellos que sufren, reprimiéndoles
con amor, buscando su restauración.
AP
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