"Yo sé que mi Redentor vive, y al final se levantará sobre el
polvo. Y después de deshecha mi piel, aun en mi carne veré a Dios"
La incertidumbre crece con el
paso de los años, conforme nos vamos haciendo mayores, el miedo hacia el final
de nuestros días crece, la incertidumbre de que vendrá después, si habrá vida o
no tras dejar de respirar es un pensamiento recurrente en la mente humana. No
nos gustan las inseguridades, los descontroles o las situaciones que no
conocemos, deseamos tener todo atado y bajo control y lo que sea salirse de
nuestra idea mental nos turba e incómoda. Nadie ha podido nunca explicar que
hay tras el umbral de la muerte, algunos afirman haber estado en el cielo, en
el infierno, haber visto una luz al final del túnel y una voz que les llamaba,
pero nadie tiene pruebas que lo demuestren.
En la mayoría de los casos de
quienes creemos en la vida tras la muerte basamos nuestra certeza en la fe a
Dios y en la Biblia, al menos en lo referente a los cristianos, tenemos la
confianza de saber que la muerte solo es un punto de partida a un estilo de
vida mejor. Job estaba ya cansado de escuchar la hipocresía de sus amigos, de oír
sus puyas y sus ataques y declara algo importantísimo y real, "yo sé que mi Redentor vive, y al
final se levantará sobre el polvo. Y después de deshecha mi piel, aun en mi
carne veré a Dios"
Esta declaración de Job era más que una simple confesión
de fe, era lo que en sus momentos de dificultad le mantenían a flote, de donde
recibía las fuerzas para poder aguantar la pérdida, enfermedad y degradación
que estaba sufriendo. Sabía que su Redentor estaba vivo, una vez más Job apunta
a Cristo, y Job tenía claro que aun en los problemas o dificultades, aunque su
piel de deshiciera era en Dios donde encontraría la salvación de su vida.
Es por medio de Cristo que
tenemos esperanza, no una esperanza de que nuestros problemas financieros sean
resueltos, no se trata de la esperanza de que todo se solucionará, la verdadera
esperanza es que nuestro Redentor, al igual que lo era de Job, vive y que en Él
tenemos salvación para nuestras almas. La muerte no debiera causarnos ningún
tipo de disturbio ni quitarnos la tranquilidad, es nuestra esperanza, debiera
causarnos placer de saber que esa puerta es la que nos hará reencontrarnos con
nuestro redentor. ¿Existe mayor esperanza que esta?
AP
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