Job 21 - Un peligro llamado envidia

"En cuanto a mí, ¿me quejo yo al hombre? ¿Y por qué no he de ser impaciente? Miradme, y quedaos atónitos, y poned la mano sobre vuestra boca. Aun cuando me acuerdo, me perturbo, y el horror se apodera de mi carne. ¿Por qué siguen viviendo los impíos, envejecen, también se hacen muy poderosos?"

Cuenta una fábula que en cierta ocasión, una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía muy rápido y llena de miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir en su intento de alcanzarla. La luciérnaga pudo huir durante el primer día, pero la serpiente no desistía, dos días y nada, al tercer día ya sin fuerzas, la luciérnaga detuvo su agitado vuelo y le dijo a la serpiente: -¿Puedo hacerte tres preguntas? - No acostumbro conceder deseos a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar, respondió la serpiente. - Entonces dime: ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia? - ¡No!, contestó la serpiente. - ¿Yo te hice algún mal? - ¡No! - Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo? - ¡Porque no soporto verte brillar!, fue la última respuesta de la serpiente.

Hay sin duda una pregunta universal, ¿porque aquellos que hacen el mal parece que todo les sale bien? ¿Porque sucede que aquellos que se esfuerzan en hacer bien las cosas acaban perjudicados? Esto no es algo exclusivo de nuestro tiempo, ya Job se hacía estas preguntas, "en cuanto a mí, ¿me quejo yo al hombre? ¿Y por qué no he de ser impaciente? Miradme, y quedaos atónitos, y poned la mano sobre vuestra boca. Aun cuando me acuerdo, me perturbo, y el horror se apodera de mi carne. ¿Por qué siguen viviendo los impíos, envejecen, también se hacen muy poderosos?"

Job no demostró en ningún momento ningún tipo de queja hacia ningún hombre, todo lo contrario su lamento por su situación llegó a los oídos de Dios. Pero al ver su situación y como aquellos que están a su alrededor prosperan aun haciendo lo malo, le lleva a preguntarse porque esto sucede, porque su prosperidad aumenta. Esto es algo habitual hoy en día, vemos como aparentemente aquellos que no hacen las cosas correctamente prosperan y nosotros, intentando ser fieles a Dios parece que todo se tuerce.

Debemos tener cuidado con la envidia, a veces estas situaciones pueden cegarnos tanto que nos lleven a caer en las envidias hacia los que las cosas les van bien. No debiéramos nunca de olvidar que nuestros tesoros son eternos y que es probable que el perder cosas en esta tierra sea el hecho por el que nos mantengamos en la fe. No te preocupes más, Dios nos dará todo lo necesario y nos proveerá de absolutamente todo lo que necesitemos.

AP



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