Job 22 - Dios no nos necesita, nosotros sí



¿Puede un hombre ser útil a Dios, o un sabio útil para sí mismo? ¿Es de algún beneficio al Todopoderoso que tú seas justo, o gana algo si haces perfectos tus caminos?

En los capítulos anteriores hemos estado viendo una serie de conversaciones entre Job y sus tres amigos, los cuales aunque decían frases que eran cierta, erraban en su empeño de machacar a Job y atribuir a su pecado la situación por la que estaba pasando. Sabemos que en Job no se había hallado falta por la que haya sido castigado, todo lo contrario, se nos había dicho que él era perfecto y justo, pero llegó el momento en que Dios quiso glorificarse por medio de él y demostrar a Satanás que el corazón de sus hijos no se basa en sus pertenencias sino en el amor hacia el Padre.

Encontramos en este capítulo 22 la última de las respuestas de sus amigos, exactamente la respuesta de Elifaz a Job, una respuesta que aunque sus palabras no son erróneas, ni dice ninguna cosa que no sea cierta, su intención, que es la de acusar a Job hacen que pierda todo el valor. ¿Las descartaremos por eso? Creo que sería un error, porque es probable que podamos sentirnos identificados, exactamente con los primeros versículos. "¿Puede un hombre ser útil a Dios, o un sabio útil para sí mismo? ¿Es de algún beneficio al Todopoderoso que tú seas justo, o gana algo si haces perfectos tus caminos?"

Este es un pensamiento bastante extendido hoy en día, nos hemos creído que Dios nos debe algo, cuando las cosas no marchan bien pensamos que Dios no nos está pagando correctamente nuestro trabajo y nuestra dedicación hacia Él, que no estamos siendo verdaderamente retribuidos. Dios se ha convertido en un mal jefe, necesitamos un aumento de salario porque nuestro trabajo es tan perfecto que merece ser reconocido y no concebimos que las cosas vayan mal mientras que trabajamos bien. Entonces ante esta situación buscamos algún sindicato al que contarle lo mal que marcha todo mientras hacemos todo tan bien, buscando la aprobación de las personas y que se unan en nuestra queja hacia Dios.

Hemos olvidado algo, aquí no existe el contrato laboral, Dios es el Señor y nosotros los esclavos, Él es el Rey y nosotros los súbditos, Dios no necesita absolutamente nada de nosotros. El cristianismo no es un trabajo por el que somos retribuidos es un estilo de vida por el cual el principal beneficiado es Dios que recibe la gloria y la honra. Dios no requiere de nuestros esfuerzos para que sus planes se cumplan, Él es autosuficiente y poderoso para hacer lo que quiera y lo que necesite. Por tanto no perdamos esto de vista, seamos conscientes que la vida de servicio a Dios no es un trabajo sino un beneficio y un privilegio.


AP

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