"Porque mientras haya vida en mí, y el aliento de Dios esté en mis
narices, mi labios, ciertamente, no hablarán injusticia, ni mi lengua proferirá
engaño. Lejos esté de mí que os dé la razón; hasta que muera, no abandonaré mi
integridad."
Todos hemos visto alguna
película de James Bond en alguna ocasión, en este tipo de películas de espías,
mafias, etc. no es extraño ver como algunas personas son secuestradas e
interrogadas hasta que dan la información que quieren obtener. Los métodos
pueden ser tanto de presión física como psicológica, cualquier método es bueno,
incluso ir tras familiares, amigos, mujer o hijos. Normalmente en estas
situaciones ocurren dos cosas, o la persona habla o de alguna manera poco
creíble escapa y logra vencer.
Job estaba en una situación no
muy diferente a esta, sus amigos no querían matarle, no buscaban información
confidencial pero sí que esperaban que abandonase su verdadero estilo de vida y
renegase de Dios, pero aun así Job se mantuvo en sus pensamientos, "porque mientras haya vida en mí, y
el aliento de Dios esté en mis narices, mi labios, ciertamente, no hablarán
injusticia, ni mi lengua proferirá engaño. Lejos esté de mí que os dé la razón;
hasta que muera, no abandonaré mi integridad."
En la vida nos podemos sentir
exactamente igual, los problemas, el pecado que hay en el mundo, la sociedad,
la contaminación espiritual que recibimos cada día intentando hacer que
abandonemos nuestra integridad. Tantas presiones, parece prácticamente
imposible vivir realmente dentro de los límites de la vida cristiana y piadosa.
Se convierte en una verdadera odisea en ocasiones huir de la contaminación que
la sociedad nos trae.
Pero es posible, como Job
propuso en su corazón no hablar injusticia ni proferir engaño, como Daniel
propuso no contaminarse con la comida del Rey, igualmente nosotros podemos
luchar contra los ataques de la sociedad, contra el sexo fácil, contra la
inmoralidad, la corrupción y la facilidad de ganar dinero fácil de forma no muy
legítima. Quizá por nosotros mismos sea imposible, pero de nuestra parte
tenemos al Espíritu Santo, el cual nos guiará a andar en las buenas obras que
Dios preparó de antemano, y saldremos victoriosos, porque es Cristo quien nos
da la victoria y si realmente somos Hijos de Dios, sin ninguna duda nos
preservará.
AP
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