"Cuando esperaba yo el bien, vino el mal, cuando esperaba la luz,
vino la oscuridad. Por dentro me hierven las entrañas, y no puedo descansar; me
vienen al encuentro días de aflicción."
De 2006 a 2010, los casos de
depresión mayor aumentaron un 2,34%, y los de la variante menor otro 1,8%. La
depresión es, de todos los trastornos el que más crece, solo por detrás de la
dependencia y el abuso del alcohol. La ansiedad y la angustia también salen en
la lista, con aumentos del 1,9% y un 1,8% respectivamente. La estabilidad de
las cifras, siempre alrededor de los 3.000 suicidios al año, “indica que algo
estamos haciendo mal”, dijo el doctor Roca, quien se extrañó de que se haga más
caso a las muertes por accidente de tráfico, aunque sean menos (por debajo de
2.000 en 2013).
Sin duda la crisis económica
ha ayudado y mucho a que las depresiones aumenten, inversiones, estabilidad
laboral que desaparece, hipotecas excesivamente altas que no se podían pagar,
malas decisiones, al final cuando falla la salud o la economía somos más
susceptibles de caer y entristecer. Job estaba cerca de su límite, cada vez su
estado de ánimo va a peor y no encuentra consuelo en nada ni nadie, estaba
decepcionado y triste, "cuando
esperaba yo el bien, vino el mal, cuando esperaba la luz, vino la oscuridad.
Por dentro me hierven las entrañas, y no puedo descansar; me vienen al
encuentro días de aflicción."
Creer que estamos libres de
caer en cualquier depresión es sin duda un grave error y un descuido, nuestra
alma es susceptible de entristecer y cuando no estamos fundados en Cristo es
mucho más sencillo que nos dejemos caer en la desgana y en la tristeza,
abandonarnos e incluso perder las ganas de vivir. Es posible que un cristiano
caiga en la depresión, que los problemas económicos, familiares, de salud le
ahoguen y le atosiguen, que pierda sus fuerzas.
Antes esto solamente queda
orar, solamente el Espíritu Santo es capaz de
reconfortar un alma destrozada, de dar ánimos al corazón triste y de
demostrar amor al que está abatido. Sin ninguna duda en los amorosos brazos del
Padre es donde encontramos el amor y el cariño que realmente necesitamos, solo
en la oración y en las lágrimas derramadas ante Dios encontraremos nuestra
ayuda en la necesidad.
AP
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