"No améis al mundo, ni las cosas que
están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los
ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el
mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para
siempre. "
Conforme vamos creciendo hay
algo que todas las personas coinciden, el tiempo pasa muy rápido y no
aprovecharlo es un grave error. Cada persona somos un mundo y cada uno
enfocamos la vida de una manera diferente, pero hay algo que tenemos en común,
todos buscamos un objetivo en el que centrarnos. Unos enfocan su vida en el
éxito laboral, en llegar lo más lejos posible, en ascender. Otros dedican su
propósito a su familia y vuelcan todo su tiempo, esfuerzo y amor a ellos. Hay
otros que el deporte se convierte en el centro de sus vidas, tanto practicarlo
como seguirlo, y así podríamos seguir diciendo muchas más cosas.
Todos acabamos canalizando
nuestras vidas hacia un propósito, hacia una meta en la que nos esforzaremos en
llegar, pero que al final de nuestros días quizá nos demos cuenta que fue un
error, por eso Juan nos advierte, "no
améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el
amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de
la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del
Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la
voluntad de Dios permanece para siempre. "
Este mundo nos ofrece
objetivos muy llamativos para que los amemos, cosas y situaciones realmente
apetitosas que suplen algunas de nuestras necesidades y nos ofrecen incluso
descanso, pero que al final no sirven más que para hacernos perder el tiempo y
que cuando se acaban pierden su valor, es un riesgo amar al mundo o las cosas
que están en el mundo, porque dirá el Predicador al final de sus días "vanidad de vanidades, todo es
vanidad". Salomón, un hombre sabio escribió Eclesiastés dándonos un
mensaje, disfruta de todo lo que hay en la tierra, aprovecha a tu familia, pero
no olvides por encima de todo amar a Dios.
Hoy más que nunca el mundo es
un centro ideal de divertimiento y esparcimiento, nos ofrece tantísimas cosas
con que perder el tiempo que puede llegar a apartar nuestra mirada de Dios y sin duda este es su
propósito, lograr que los hijos de Dios dejemos de mirarle a Él. Cuando dejamos
de mirar a Dios dejamos de amarle y cuanto más amamos las cosas de este mundo,
cuanto más amamos sus recompensas y reconocimiento, menos amamos a Dios.
Dejemos de amar al mundo y centrémonos en amar al creador del mundo. Para que
nuestro gozo sea completo, debemos amar por encima de todo a Dios y cual
permanece eternamente.
AP
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