"En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por
nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero
el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra
contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos
de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad."
La película el Señor de los
anillos nos narra la historia básica entre el bien y el mal, todo enlazado por un
anillo para gobernar todas las tierras. Este anillo tiene algo especial, todo
aquel que lo posee, crea una dependencia absoluta de él y su poder. En todo
esto encontramos un pequeño monstruito llamado Golum, el cual antes de
encontrar el anillo era un pequeño hobbit, pero el amor hacia el anillo, su
codicia, le hace poco a poco desfigurarse, y dejar de ser alguien normal, todo
lo normal que puede ser un hobbit y le convierte en un monstruo codicioso y
capaz de hacer cualquier cosa por
conservar lo que el denomina como "mi tesoro". Es lo más valioso que
tiene, lo que Golum más ama.
El amor hacia un objeto puede
convertirse en un gran problema, nos hace ser dependientes de él, y en el
momento que lo material falta, nuestro mundo, pensamientos y esperanzas se
desvanecen, pierden su sentido y con ello nuestra vida cae en la misma
situación. Pero, ¿donde reside el amor? Esta sin duda es una buena respuesta, "en esto hemos conocido el amor, en
que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas
por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano
tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en
él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en
verdad."
Si, el amor surge en que
Cristo nos amó primero, puso su vida en sacrificio para que nosotros no tuviésemos
que poner la nuestra, esto era parte de su tesoro, que nosotros no tuviésemos
que morir por nuestros pecados y que lo hiciese Él. El amor no se puede
acumular, debe ser trasladado, debe ser canalizado y que llegue a otros, y si
Cristo hizo eso con nosotros, nosotros deberíamos estar dispuestos a hacer los
mismo por otros, a ver sus necesidades y suplirlas, ver tristeza y dar una
palabra de ánimo, levantar al caído y socorrer al que está en peligro.
El amor de Dios no se
encuentra en el conocimiento, de nada serviría como dice el mismo Pablo "si yo hablara lenguas humanas y
angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o
címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los
misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar
montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si diera todos mis bienes para dar de
comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo
amor, de nada me aprovecha." De nada sirve un sacrificio sin amor, de
nada sirve el conocimiento de Dios si en nuestros corazones no hay amor.
Debemos ser personas amorosas, no de palabra, sino de hecho. Para que el gozo
sea completo no necesitamos ser amados, la verdadera necesidad es la de amar a
todo el que nos rodea.
AP
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