"Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí
mismo, así como él es puro. Todo aquel que comete pecado, infringe también la
ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para
quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él,
no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie
os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el
pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto
apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. "
Las leyes y las reglas son
algo incomodo y normalmente no nos gusta, nos gusta la libertad de poder hacer,
pensar y decir lo que queramos, pero vivir en un mundo que realmente fuese así
sería un verdadero caos, la ley regula que las personas hagamos lo que queramos
e intenta poner barreras al corazón del hombre. Por supuesto, según nuestros
pensamientos político-económicos podremos discutir acerca de si ciertas leyes
son justas o injustas, pero nadie podría decir que delitos como el robo,
asesinato, violaciones o maltratos entre otros del estilo no deberían estar
castigados.
Para que una ley funciones hay
que amarla, y cuando se ama la legislación llega su cumplimiento y cuando no se
ama produce en nosotros un deseo de quebrantarla. Ante estas ideas escribe
Juan, "y todo aquel que tiene esta
esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. Todo aquel que
comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.
Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.
Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto,
ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como
él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca
desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras
del diablo. "
Juan es muy claro al respecto,
o amas la ley o amas el pecado, o te purificas en Cristo o haces lo contrario
con el diablo, o amas a Dios o amas al diablo, o eres justo cono el Hijo o eres
injusto como el Enemigo. No se puede ser como el Hijo si no amamos la ley como
Él la ama, es totalmente imposible, Él es el legislador y al pasar a formar
parte de su familia y ocurre como dice el salmista, "entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está
escrito de mí; me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; tu ley está dentro de
mi corazón."
Cuando la ley de Dios queda
escrita en nuestro corazón crea amor y ardor por ella, esto nos lleva a
dolernos cuando la quebrantamos, a sentirnos mal cuando nos salimos de ella
caminando por nuestros caminos, pero la ley nos vuelve a recordar a Cristo, en
quien encontramos la salvación para nuestras almas, el que ha pagado por
nuestras transgresiones y pecados y por el cual somos justos, siendo imitadores
suyos, andando como Él caminó, luchando contra nuestro pecado, sufriendo para
alcanzar la santidad. Cristo venció el pecado y no hay mejor manera que amar su
ley para que nuestro gozo sea completo.
AP
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