1ª Juan 3:3-8 - Eres hijo de Dios porque amas la ley



"Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. "

Las leyes y las reglas son algo incomodo y normalmente no nos gusta, nos gusta la libertad de poder hacer, pensar y decir lo que queramos, pero vivir en un mundo que realmente fuese así sería un verdadero caos, la ley regula que las personas hagamos lo que queramos e intenta poner barreras al corazón del hombre. Por supuesto, según nuestros pensamientos político-económicos podremos discutir acerca de si ciertas leyes son justas o injustas, pero nadie podría decir que delitos como el robo, asesinato, violaciones o maltratos entre otros del estilo no deberían estar castigados.

Para que una ley funciones hay que amarla, y cuando se ama la legislación llega su cumplimiento y cuando no se ama produce en nosotros un deseo de quebrantarla. Ante estas ideas escribe Juan, "y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. "

Juan es muy claro al respecto, o amas la ley o amas el pecado, o te purificas en Cristo o haces lo contrario con el diablo, o amas a Dios o amas al diablo, o eres justo cono el Hijo o eres injusto como el Enemigo. No se puede ser como el Hijo si no amamos la ley como Él la ama, es totalmente imposible, Él es el legislador y al pasar a formar parte de su familia y ocurre como dice el salmista, "entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; tu ley está dentro de mi corazón."

Cuando la ley de Dios queda escrita en nuestro corazón crea amor y ardor por ella, esto nos lleva a dolernos cuando la quebrantamos, a sentirnos mal cuando nos salimos de ella caminando por nuestros caminos, pero la ley nos vuelve a recordar a Cristo, en quien encontramos la salvación para nuestras almas, el que ha pagado por nuestras transgresiones y pecados y por el cual somos justos, siendo imitadores suyos, andando como Él caminó, luchando contra nuestro pecado, sufriendo para alcanzar la santidad. Cristo venció el pecado y no hay mejor manera que amar su ley para que nuestro gozo sea completo.


AP

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