"Venga también a mí tu misericordia, oh Señor, tu salvación,
conforme a tu palabra. Y tendré respuesta para el que me afrenta, pues confío
en tu palabra. No quites jamás de mi boca la palabra de verdad, porque yo
espero en tus ordenanzas. Y guardaré continuamente tu ley, para siempre y
eternamente. Y andaré en libertad, porque busco tus preceptos. Hablaré también
de tus testimonios delante de reyes, y no me avergonzaré. Y me deleitaré en tus
mandamientos, los cuales amo. Levantaré mis manos a tus mandamientos, los
cuales amo, y meditaré en tus estatutos."
Sin ninguna duda hoy en día
más que nunca parece que la libertad, al menos en occidente es total, todo el
mundo puede hacer lo que quiera, las normas poco a poco van desapareciendo y
parece que todo el mundo puede hacer lo que quiera, únicamente la moralidad social
marcará realmente los límites de la libertad, solo nuestras consciencias
delimitarán hasta donde podemos llegar en nuestros actos.
Pero, ¿somos realmente libres?
¿Podemos hacer lo que queramos? No, la realidad no existe, excepto en un caso, "venga también a mí tu misericordia,
oh Señor, tu salvación, conforme a tu palabra. Y tendré respuesta para el que
me afrenta, pues confío en tu palabra. No quites jamás de mi boca la palabra de
verdad, porque yo espero en tus ordenanzas. Y guardaré continuamente tu ley,
para siempre y eternamente. Y andaré en libertad, porque busco tus preceptos.
Hablaré también de tus testimonios delante de reyes, y no me avergonzaré. Y me
deleitaré en tus mandamientos, los cuales amo. Levantaré mis manos a tus
mandamientos, los cuales amo, y meditaré en tus estatutos."
No existe el hombre libre,
todos somos esclavos de nuestros corazones, nadie puede afirmar hacer lo que
quiere, el pecado nos esclaviza, nuestro corazón tiende a hacer lo malo a que
nuestra voluntad se decante hacia todo aquello que aparentemente podría ser
bueno pero la realidad es que es contrario a Dios y la libertad que nos vende
no es más que falsa libertad, seguimos siendo esclavos y la sociedad cada vez
nos hace más.
Pero si que existe una
verdadera libertad, la libertad que se encuentra en la verdad, en la Biblia.
Libertad que llega de manera misericordiosa, que no merecemos, libertad que nos
salva, libertad ante los ataques enemigos, libertad de andar en los preceptos
divinos, libertad de amar a Dios y no ser controlados por el pecado, pero para
ser libre necesitamos conocer la verdad, amar los mandamientos y meditar en
ellos, dedicar tiempo a escudriñarlos y que ellos sean quienes nos guíen hasta
la plena libertad de Jesucristo.
AP
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