Salmo 119:49-56 - La palabra que consuela



"Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar. Este es mi consuelo en la aflicción: que tu palabra me ha vivificado. Los soberbios me insultaron en gran manera, sin embargo, no me he apartado de tu ley. Me acuerdo de tus ordenanzas antiguas, oh Señor, y me consuelo. Profunda indignación se ha apoderado de mí por causa de los impíos que abandonan tu ley. Cánticos para mí son tus estatutos en la casa de mi peregrinación. Por la noche me acuerdo de tu nombre, oh Señor, y guardo tu ley. Esto se ha hecho parte de mí: guardar tus preceptos."

Había un pequeño caracol que vivía en un huerto. Siempre estaba muy triste porque los demás caracoles tenían hermosas casas y la de él era vieja y aburrida. Cada mañana los caracoles felices se paseaban por el huerto con sus hermosas casitas y él se queda en un rincón muy triste, mirando como los caracoles felices triunfaban enseñando sus hermosas casas. El caracolito se sentía muy desolado y se escondió tras una lechuga, allí pensaba en cómo podría conseguir una casita similar a la de sus compañeros. De repente, el caracol triste vio pasar a otro caracol con una velocidad impresionante. Se quedó mirándolo un rato, era fantástico correr tanto, pensaba el triste caracol. Yo con una casa vieja y tan lento, no impresiono a nadie. El caracol, aún más triste, fue a esconderse tras una fresa. Decidió que nunca más saldría. Cuando más triste estaba nuestro pequeño amigo, un caracol más viejo y sabio pasó delante de él, iba preparado como para irse de viaje. El caracol triste se quedó muy sorprendido, era el primer caracol que salía del huerto. El caracol viejo se dio cuenta de su tristeza y se acercó a él, proponiéndole irse de viaje los dos juntos. Nuestro pequeño amigo, al oír esas palabras sonrió tanto que su alegría fue la envidia de todos los caracoles. Corrió para preparar sus maletas y su velocidad también fue la envidia de todos, y en menos de un segundo el caracol, ahora alegre, estaba allí preparado para irse de aventura. Todos le envidiaban. Así salió el caracol de aquel huerto, alegre y bien reconocido por los demás. Esto sirvió para que aprendiera que la envidia es mala y que cada uno tiene lo que tiene porque se lo ha ganado.

En la vida todos necesitamos ser consolados en algún momento, la tristeza nos embarga y necesitamos que algo ocurra y nos consuele, un cambio suele producir ánimo, pero tarde o temprano desparecerá, en cambio hay algo que puede traer un gran consuelo, "acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar. Este es mi consuelo en la aflicción: que tu palabra me ha vivificado. Los soberbios me insultaron en gran manera, sin embargo, no me he apartado de tu ley. Me acuerdo de tus ordenanzas antiguas, oh Señor, y me consuelo. Profunda indignación se ha apoderado de mí por causa de los impíos que abandonan tu ley. Cánticos para mí son tus estatutos en la casa de mi peregrinación. Por la noche me acuerdo de tu nombre, oh Señor, y guardo tu ley. Esto se ha hecho parte de mí: guardar tus preceptos."

Sí, la vida viene acompañada de tantos problemas, de preocupaciones de situaciones difíciles que nos pueden producir desánimos, tristezas, preocupaciones y necesitamos ser consolados, y para esto no hay mejor con suelo que la palabra de Dios, en ella es donde Dios nos hace esperar a que su voluntad se cumpla, ciertamente en ningún otro lugar estaremos como en ella y nuestro consuelo es que nos da vida, nos ofrece aliento y fuerzas cuando parece que nada tiene sentido.

El salmista escribe que al pensar en las ordenanzas antiguas, se consuela, ¿somos así nosotros? ¿Cuál es el lugar en el que buscamos consuelo en nuestra tristeza? Wentworth Miller, actor que protagonizó Prison Break calló en una gran depresión y ha confesado que se escondió tras la comida y engordó bastante. ¿Dónde te escondes tú cuando estás mal? Sin duda el mejor lugar es la Biblia, donde encontramos el consuelo y que podamos decir como el salmista, "esto se ha hecho parte de mí: guardar tus preceptos."


AP

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