"Tus manos me hicieron y me formaron; dame entendimiento para que
aprenda tus mandamientos. Que los que te temen, me vean y se alegren, porque
espero en tu palabra. Yo sé, Señor, que tus juicios son justos, y que en tu
fidelidad me has afligido. Sea ahora tu misericordia para consuelo mío,
conforme a tu promesa dada a tu siervo. Venga a mí tu compasión, para que viva,
porque tu ley es mi deleite. Sean avergonzados los soberbios, porque me
agravian con mentira, pero yo en tus preceptos meditaré. Vuélvanse a mí los que
te temen y conocen tus testimonios. Sea íntegro mi corazón en tus estatutos,
para que no sea yo avergonzado."
La educación en los últimos 40
o 50 años ha sufrido un cambio enorme, no solo en los colegios, sino también en
las casas. Hemos pasado de niños que eran golpeados por los maestros a maestros
que son maltratados e intimidado por alumnos, en casa era habitual ver niños
que sus padres castigaban físicamente, en muchas ocasiones en exceso a ver
niños que no respetan a sus padres y les faltan al respeto sin recibir ninguna
reprimenda. El cambio ha sido pasar de una disciplina extrema a una falta de
disciplina absoluta y sin duda ninguno de los dos extremos son buenos.
La disciplina es dolorosa,
incomoda e indeseable para el que la recibe, pero buena cuando finaliza su
proceso, con esto el salmista escribe, "tus
manos me hicieron y me formaron; dame entendimiento para que aprenda tus
mandamientos. Que los que te temen, me vean y se alegren, porque espero en tu
palabra. Yo sé, Señor, que tus juicios son justos, y que en tu fidelidad me has
afligido. Sea ahora tu misericordia para consuelo mío, conforme a tu promesa
dada a tu siervo. Venga a mí tu compasión, para que viva, porque tu ley es mi
deleite. Sean avergonzados los soberbios, porque me agravian con mentira, pero
yo en tus preceptos meditaré. Vuélvanse a mí los que te temen y conocen tus
testimonios. Sea íntegro mi corazón en tus estatutos, para que no sea yo
avergonzado."
El salmista comienza esta
parte de su Salmo destacando que le habla a su creador, a su Padre, a quien le
ha formado y desea entender y aprender los mandamientos de Él. Y cuando es
capaz de entender y aprender sus estatutos es cuando entiende y acepta que los
juicios de Dios son buenos y justos, que no recibirá nunca disciplina
injustamente, sino que cuando llegue será de manera correcta, movido por la
misericordia y amor de Dios.
Y ante esto debemos pararnos y
ver nuestras situaciones, porque en ocasiones pasamos por la disciplina de Dios
y nos rebelamos, no porque no la entendamos, sino porque realmente no conocemos
sus mandamientos; pero aun así la misericordia del Padre viene a nosotros,
incluso en medio de su disciplina y mientras lloramos, el nos consuela,
mientras sufrimos sigue mostrándonos su amor y no preserva. La disciplina no
tiene otro propósito que apartarnos de nuestros malos caminos y volver a la
senda correcta, al camino y al lado de nuestro Salvador. Conozcamos sus
mandamientos y entendamos que las disciplinas del cielo simplemente producen en
nosotros crecimiento y santidad.
AP
Excelente.
ResponderEliminarmencgitast-o_Milwaukee Erin Allen https://marketplace.visualstudio.com/items?itemName=2mortiliayu.Latin-Simulator-gratuita
ResponderEliminarilblinticwcir