Salmos 119:161-168 - La palabra que da alegría



"Príncipes me persiguen sin causa, pero mi corazón teme tus palabras. Me regocijo en tu palabra, como quien halla un gran botín. Aborrezco y desprecio la mentira, pero amo tu ley. Siete veces al día te alabo, a causa de tus justas ordenanzas. Mucha paz tienen los que aman tu ley, y nada los hace tropezar. Espero tu salvación, Señor, y cumplo tus mandamientos. Mi alma guarda tus testimonios, y en gran manera los amo. Guardo tus preceptos y tus testimonios, porque todos mis caminos están delante de ti."

La vida está llena de pequeñas y grandes alegrías, aprobar un examen, encontrar un trabajo, enamorarse, casarse, encontrar y comprar un piso, comprar un coche, que la salud dure, ver la felicidad en aquellos que quieres, recibir regalos, sentirte querido, sentir el calor de quienes te rodean, formar una familia, tener un hijo, esto son cosas pequeñas y grandes que nos producen alegría.

¿Ocurre lo mismo cuando nos acercamos a la Biblia? Así nos dice el salmista que debiera ser, "príncipes me persiguen sin causa, pero mi corazón teme tus palabras. Me regocijo en tu palabra, como quien halla un gran botín. Aborrezco y desprecio la mentira, pero amo tu ley. Siete veces al día te alabo, a causa de tus justas ordenanzas. Mucha paz tienen los que aman tu ley, y nada los hace tropezar. Espero tu salvación, Señor, y cumplo tus mandamientos. Mi alma guarda tus testimonios, y en gran manera los amo. Guardo tus preceptos y tus testimonios, porque todos mis caminos están delante de ti."

Recuerdo que una vez en un sorteo me tocó una videoconsola y debo reconocer que me hizo mucha ilusión y me dio felicidad, pero tengo que reconocer que no me ocurre lo mismo cuando leo la Biblia, es más en muchas ocasiones me ocurre lo contrario, me cuesta leerla, no encuentro en ella felicidad. Esto no es culpa de la Biblia, sino del que la lee que no se acerca con el amor suficiente a sus páginas.

Encontrar alegría en la Biblia únicamente puede surgir de amar en gran manera a Dios y para amar a Dios en gran manera hay que conocerle, lo cual  se logra únicamente mediante la oración y la lectura. Es la pescadilla que se muerde la cola no se puede conocer a Dios sin leer la Biblia y no se puede amar la Biblia sin conocer a Dios. ¡Espabilemos! ¡Leer la Biblia es algo urgente y que debemos hacer ya! Esto debiera ser el centro de nuestros días, nunca debiéramos ir a dormir sin haber leído y orado, porque sin duda esto produce alegría en nosotros.


AP

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