"Príncipes me persiguen sin causa, pero mi corazón teme tus
palabras. Me regocijo en tu palabra, como quien halla un gran botín. Aborrezco
y desprecio la mentira, pero amo tu ley. Siete veces al día te alabo, a causa
de tus justas ordenanzas. Mucha paz tienen los que aman tu ley, y nada los hace
tropezar. Espero tu salvación, Señor, y cumplo tus mandamientos. Mi alma guarda
tus testimonios, y en gran manera los amo. Guardo tus preceptos y tus
testimonios, porque todos mis caminos están delante de ti."
La vida está llena de pequeñas
y grandes alegrías, aprobar un examen, encontrar un trabajo, enamorarse,
casarse, encontrar y comprar un piso, comprar un coche, que la salud dure, ver
la felicidad en aquellos que quieres, recibir regalos, sentirte querido, sentir
el calor de quienes te rodean, formar una familia, tener un hijo, esto son
cosas pequeñas y grandes que nos producen alegría.
¿Ocurre lo mismo cuando nos
acercamos a la Biblia? Así nos dice el salmista que debiera ser, "príncipes me persiguen sin causa,
pero mi corazón teme tus palabras. Me regocijo en tu palabra, como quien halla
un gran botín. Aborrezco y desprecio la mentira, pero amo tu ley. Siete veces
al día te alabo, a causa de tus justas ordenanzas. Mucha paz tienen los que
aman tu ley, y nada los hace tropezar. Espero tu salvación, Señor, y cumplo tus
mandamientos. Mi alma guarda tus testimonios, y en gran manera los amo. Guardo
tus preceptos y tus testimonios, porque todos mis caminos están delante de
ti."
Recuerdo que una vez en un
sorteo me tocó una videoconsola y debo reconocer que me hizo mucha ilusión y me
dio felicidad, pero tengo que reconocer que no me ocurre lo mismo cuando leo la
Biblia, es más en muchas ocasiones me ocurre lo contrario, me cuesta leerla, no
encuentro en ella felicidad. Esto no es culpa de la Biblia, sino del que la lee
que no se acerca con el amor suficiente a sus páginas.
Encontrar alegría en la Biblia
únicamente puede surgir de amar en gran manera a Dios y para amar a Dios en
gran manera hay que conocerle, lo cual
se logra únicamente mediante la oración y la lectura. Es la pescadilla que
se muerde la cola no se puede conocer a Dios sin leer la Biblia y no se puede
amar la Biblia sin conocer a Dios. ¡Espabilemos! ¡Leer la Biblia es algo
urgente y que debemos hacer ya! Esto debiera ser el centro de nuestros días,
nunca debiéramos ir a dormir sin haber leído y orado, porque sin duda esto
produce alegría en nosotros.
AP
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