"Vino
palabra del Señor por segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate, ve a Nínive, la
gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré. Y Jonás se levantó y
fue a Nínive conforme a la palabra del Señor. Y Nínive era una ciudad sumamente
grande, de un recorrido de tres días. Jonás comenzó a recorrer la ciudad camino
de un día, y proclamaba, diciendo: Dentro de cuarenta días Nínive será
arrasada. Y los habitantes de Nínive creyeron en Dios, y proclamaron ayuno y se
vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Cuando llegó la
noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono, se despojó de su manto, se
cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en
Nínive, por decreto del rey y de sus grandes, diciendo: Ni hombre ni bestia, ni
buey ni oveja prueben cosa alguna; no pasten ni beban agua, sino cúbranse de
cilicio hombres y animales, y clamen a Dios con fuerza, y vuélvase cada uno de
su mal camino y de la violencia que hay en sus manos. ¡Quién sabe! Quizá Dios
se vuelva, se arrepienta y aparte el ardor de su ira, y no perezcamos. Y vio
Dios sus acciones, que se habían apartado de su mal camino; entonces se
arrepintió Dios del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo."
La palabra es sin ninguna duda
una de las armas más peligrosas que el ser humano puede tener con ella se puede
instruir a toda una sociedad en una manera de vivir, se puede convencer y
educar a un niño desde pequeño en cómo debe actuar, como debe proceder en cada
cosa que haga y sin duda la educación recibida provocará en la persona y le
guiará acerca de cómo debe actuar y como debe vivir.
En Nínive vemos un pueblo que
vivía a la deriva, que marchaba y vivía según su propia sabiduría y deseos,
pero siete palabras cambiaron el devenir de toda una ciudad, "vino palabra del Señor por segunda
vez a Jonás, diciendo: Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama en
ella el mensaje que yo te diré. Y Jonás se levantó y fue a Nínive conforme a la
palabra del Señor. Y Nínive era una ciudad sumamente grande, de un recorrido de
tres días. Jonás comenzó a recorrer la ciudad camino de un día, y proclamaba,
diciendo: Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada. Y los habitantes de
Nínive creyeron en Dios, y proclamaron ayuno y se vistieron de cilicio desde el
mayor hasta el menor de ellos. Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se
levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó
sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por decreto del rey y de
sus grandes, diciendo: Ni hombre ni bestia, ni buey ni oveja prueben cosa
alguna; no pasten ni beban agua, sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y
clamen a Dios con fuerza, y vuélvase cada uno de su mal camino y de la
violencia que hay en sus manos. ¡Quién sabe! Quizá Dios se vuelva, se
arrepienta y aparte el ardor de su ira, y no perezcamos. Y vio Dios sus
acciones, que se habían apartado de su mal camino; entonces se arrepintió Dios
del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo."
Probablemente esta sea de las
peores predicaciones de la historia, más cortas y con menos intención que
podamos encontrar en la Biblia, pero sus efectos fueron asombrosos:
- Los habitantes de Nínive creyeron en Dios. El evangelio no busca
dar miedo ni sugestionar a las personas, es palabra de Dios y la palabra de
Dios tiene poder, y el mensaje lanzado por Jonás tuvo un impacto espectacular,
toda la ciudad se detuvo y entró en ayuno y se arrepintieron.
- Hubo un clamor con fuerza a Dios: Nadie bebió ni probó bocado, ni
persona ni animal, en esa ciudad hubo un clamor de arrepentimiento hacia Dios,
el ruido de los animales clamando por comida era un grito de arrepentimiento de
toda una ciudad, que buscaba redención inmerecida pero esperanzadora.
- Clamen a Dios y vuelvanse de su mal camino: Esta es la evidencia
de abrazar a Cristo en la cruz, se produce un cambio real de costumbres, forma
de hablar y de caminar, se cambian los malos por buenos caminos en busca de
agradar a Dios.
- Se arrepintió Dios del mal que había dicho: Dios aparentemente
cambió de idea, pero nada más lejos de la realidad, la idea y el plan de Dios
era no destruirles y por medio de la predicación de Jonás así sucedió.
Cada uno de nosotros somos
como estos ninivitas, destinados a ser destruidos, pero hoy hay un nombre que
nos hace libres, Jesucristo, el cual por medio de la cruz nos limpia, nos
perdona y nos hace aceptables ante el Padre. La salvación viene del Señor,
nosotros debemos apartarnos de nuestros malos caminos y alzar un grito de
arrepentimiento al cielo.
AP
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