Salmo 122 - La alegría de reunirse



"Yo me alegré cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor. Plantados están nuestros pies dentro de tus puertas, oh Jerusalén. Jerusalén que está edificada como ciudad compacta, bien unida, a la cual sube las tribus, las tribus del Señor, (lo cual es ordenanza para Israel) para alabar el nombre del Señor. Porque allí se establecieron tronos para el juicio, los tronos de la casa de David. Orad por la paz de Jerusalén: Sean prosperados los que te aman. Haya paz dentro de tus muros, y prosperidad en tus palacios. Por amor de mis hermanos y de mis amigos diré ahora: Sea la paz en ti. Por amor de la casa del Señor nuestro Dios procuraré tu bien."

Sin duda el mejor momento del año para la mayoría de la gente es poder marcharse de vacaciones, esto conlleva un trabajo arduo, hay que buscar vuelos, hoteles, comparar precios, elegir destino, organizar visitas, comprar entradas para monumentos, museos,  tours, ver el transporte público y cómo podemos movernos por la ciudad, y sin duda el mejor momento de todos, el momento en que cogemos las maletas y nos dirigimos a nuestro destino, todo el trabajo realizado de repente tiene su recompensa y nos vamos felices.

Este es el contexto que rodea a este Salmo, un salmo que habla de cómo los peregrinos se sentían al visitar la casa del Señor, al visitar Jerusalén, "yo me alegré cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor. Plantados están nuestros pies dentro de tus puertas, oh Jerusalén. Jerusalén que está edificada como ciudad compacta, bien unida, a la cual sube las tribus, las tribus del Señor, (lo cual es ordenanza para Israel) para alabar el nombre del Señor. Porque allí se establecieron tronos para el juicio, los tronos de la casa de David. Orad por la paz de Jerusalén: Sean prosperados los que te aman. Haya paz dentro de tus muros, y prosperidad en tus palacios. Por amor de mis hermanos y de mis amigos diré ahora: Sea la paz en ti. Por amor de la casa del Señor nuestro Dios procuraré tu bien."

El hecho de peregrinar y visitar la que era la casa del Señor, el lugar donde estaba el templo les llenaba de alegría, lo deseaban, esperaban con ansias la llegada de la Pascua para hacer el peregrinaje y recordar una vez al año como Dios liberó al pueblo de la opresión egipcia, como con poder y sangre les sacó de la esclavitud y les preparó el camino para llegar a la tierra prometida, y aunque el pueblo fue infiel y aunque vagó durante cuarenta años en el desierto, ellos llegaron a su destino, Dios siempre fue fiel.

Hoy en día no existe peregrinación, pero lo peor de todo no es eso, sino que se ha perdido la alegría por estar en la casa del Señor, parece una carga y una molestia asistir al lugar donde recordamos que hemos sido liberados del pecado gracias a la sangre derramada en la cruz, cada vez que nos reunimos recordamos que por medio de sangre somos libres, los peregrinos iban alegres a Jerusalén y esto contrasta con las caras y ánimos de muchas iglesias, que parece que estén haciendo un sacrificio en lugar de una celebración, caras mustias, miradas al reloj cuando el pastor se alarga más de la cuenta, se ha convertido en algo más importante el socializar que el encontrarnos con el Señor. Esta es la pregunta, ¿puedes decir como el salmista, me alegré cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor?


AP

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